La pelota de trapo la tiene Pepudo y se la pasa a Candú, quien se la devuelve, mientras el golero queda en el piso; el arco, que mide apenas un metro de alto con bases de hierro, está vacío, nadie lo custodia. Pepudo aprovecha el pase de Candú, pisa el balón, se arrodilla y con la cabeza (mientras  su pecho toca el piso) marca un gol.  El anotador ha humillado al portero, mientras un público formado por unas diez personas (dos equipos) aplaude la ocurrencia de Pepudo.

No es la narración radial de un partido de fútbol. Es el  relato de un encuentro de indorfútbol, aquella actividad que se realiza, como una religión, en cada barrio, un sábado cualquiera.

A las 15h30 de uno de aquellos sábados, Candú y Pepudo, quienes se llaman en realidad Christian y Geovanny Zúñiga, llegan con su ‘gallada’ de las calles 32 y Bolivia.  Ellos prueban suerte en la 35 y García Goyena, ambos sectores al suroeste de Guayaquil. Allí les permiten pactar un partido porque los conocen.

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La apuesta es de cuatro dólares (entre los dos equipos) Dos dólares se lleva el elenco que gana el encuentro.

A la misma hora, en Guayacanes, al norte de la ciudad,  Pescadito (Rolando Cedeño)  ‘caza el billete’ (recoge y entrega la apuesta) al equipo rival. Carlos Martínez es el capitán del otro elenco. Ellos juegan por dos dólares (entre los dos bandos). Es decir, 25 centavos por jugador (son cinco deportistas por equipo, pagan todos, menos el arquero).

Cada barrio tiene su sistema. En la 38 y Vacas Galindo y en la 40 y Pancho Segura se juega por tiempo cuando hay muchos conjuntos (más de cuatro). Cada partido dura 15 minutos y debe haber un triunfador. Se otorga un momento más hasta que desempaten.

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En Guayacanes y Sauces 3 se define con dos goles de diferencia. Un partido puede terminar 2-0 o 3-1, si es que existe una paridad transitoria.  En el barrio Cristo del Consuelo se aplican los dos sistemas, por tiempo y por diferencia de goles. Allí, como en la mayoría de los barrios, hasta las 18h30, cuando anochece.

Para jugar indorfútbol cualquier calle sirve para practicarlo. Algunos optan por cerrar su sector con piedras o cañas, otros dejan libre el acceso para las personas y vehículos.

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Los arcos varían según la posibilidad y gustos de los habitantes de cada barrio.
En la 39 y García Goyena las porterías miden un metro de alto y tres de ancho, mientras que en Guayacanes tienen metro y medio de altura.

La pelota también varía, según el sector. Algunos balones tienen relleno de trapo (que cuestan aproximadamente dos dólares) y otros de cuero, más caros (unos cinco dólares, depende de la marca).

Cuando se juega al indorfútbol cada quien fantasea, emula a su futbolista favorito. Así lo hace Alexis García, a quien apodan Guru Guru. Él imita a Luis Saritama del Deportivo Quito. Por eso, otros lo llaman Gurutama.

A las 18h00, la noche de aquel sábado cualquiera cae en Guayaquil. El indorfútbol termina y se convierte en otra actividad, claro, con las ganancias de los partidos, pero ese es tema para otra historia...

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