Horror y terror llenan las exigencias de lectores o espectadores de la revolución del DVD.

Dostoievsky declaró en su siglo –como para hoy– que nada hay más fantástico que la realidad. En el hospital Guayaquil bien podemos enlazar ideas al respecto. A propósito del documento público mostrado por uno de nuestros más honorables y destacados penalistas.

En ese hospital, un señor a la manera del Drácula de Stocker cumple funciones de enfermero. El documento del abogado Donoso Vargas lo asevera. Teniendo una paciente con imposibilidad física causada por trombosis, el enfermero -Drácula, hoy en felices vacaciones, abusó contra elementales derechos de la mujer. Y es cuando se causa bastante resonancia con la promulgación y comentarios del amparo moral que aquellos derechos deben robustecer en pro de la mujer. A cuenta de lo sucedido, los jueces deberán recordar el estremecedor  caso anterior que en otro hospital de gran demanda pública, culminó trágicamente con el lanzamiento de una médica al vacío por causas que giraban alrededor de una criminal violencia contra la víctima en horas muy peligrosas.

Ahora, estaba durmiendo quien –supuestamente o no– debía de escuchar la llamada de auxilio de la perjudicada por el enfermero.

Y como la ficción no deja de ser fantástica hasta el extremo de pulverizar el severo razonamiento, la bendición de unas vacaciones intenta –seguramente en vano– cerrar el caso para el abusador. Lo que, reiteramos, la investigación de nuestros Holmes y la severidad de la Función Judicial tendrán que poner en absoluta claridad.

Ha habido excelentes escritores de fama mundial quienes han mostrado al mundo de fuera solidaridades y, también, monstruosidades del interior de hospitales.

En nuestro país tenemos la magnífica narrativa de Barreto Chávez. De los orientales, Kuprin, Chejov o el genial Andreiev.

Con sentido humorístico lo hizo Poe con El método de los doctores Alquitrán y Trapaza. Harold Robbins es, en estos días, uno de los maestros de esa realidad.

Pero con un escenario como el de Guayaquil, lo que en papeles del juzgado respectivo se denuncia como atroz atentado contra una paciente, revela hasta dónde, en un interior del centro de “salud”, los cuidados intermedios son desate de horror y terror.

Padres y esposo de la ofendida claman justicia.