Los guardianes de los balnearios no solo rescatan personas, sino que controlan el aseo y el orden.

Los 52 salvavidas que en la temporada playera custodian desde sus torres de madera, apostados sobre la arena, a los turistas que se bañan en alguna de las playas de la Península de la costa ecuatoriana, no miden más allá de 1,65, ni son bellos y musculosos, como los salvavidas de la serie televisiva ‘Guardianes de la Bahía’.

Más de la mitad del grupo son nativos de algún poblado de la Península, tienen la piel curtida por el sol, y en su hoja de vida consta que son excelentes nadadores y conocen muy bien el área.

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Aunque muchos bañistas no toman en cuenta su presencia, ellos llegan cada mañana vestidos con pantaloneta y gorra roja, camiseta blanca, zapatos deportivos y la boya torpedo en la mano, a atisbar desde la torre cada recodo de la playa.

Mientras los turistas disfrutan del ardiente sol y el mar, los salvavidas mueven sus cabezas de un lado a otro, y observan si algún bañista se aproxima al área donde están las boyas que señalan el límite de ingreso para las embarcaciones.

También controlan que no se excedan en la ingesta de bebidas alcohólicas, y que los ciclonautas usen chaleco salvavidas.

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A Grace Lara, de 23 años, 1,57 de estatura, 55 kilos de peso, y socorrista desde hace 12 años, le preocupa que la gente crea que solo están para salvar a aquellos en riesgo de ahogarse, y se burlen cuando les llaman la atención si beben de más o ensucian la playa.

Grace Lara, Mónica Álvarez y Johanna Ortega son las únicas mujeres del grupo. Muchos turistas se han burlado y desoído su llamado de atención, pero han puesto el orden con el auxilio de los marinos.

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Grace, que además es hija del sargento Marco Lara, jefe de los salvavidas, también bucea. En una ocasión se llevó un buen susto cuando ayudaba a rescatar a dos militares ahogados en Salinas.

En la labor de salvavidas, no hay estatura, ni peso que se tome en cuenta en el rescate. A Víctor Barrezueta, de 35 años y 1,63 de estatura, le ha tocado salvar a gordos, flacos, altos y bajos. Cuando entra al agua se pone atrás del bañista, lo agarra y conduce a la orilla. El carnaval pasado en Montañita rescató a siete personas en un solo viaje. En cinco años de servicio ha salvado a 47 personas, y ha perdido varias.