Consultas, proyectos de ley, archivo de esos proyectos y nuevas consultas y proyectos han ido formando un círculo vicioso, defendido contra 250.000 firmas que reclaman mejor educación. Ministros y parlamentarios cambian; el círculo vicioso no cambia; y en consecuencia tampoco cambia el amontonamiento de maestros en escuelas nocturnas de ciudades. Maestros que se han llevado las partidas de centenares de escuelas en el campo. La Comisión Legislativa consultó y recibió muchos aportes. Como respuesta, afirmó que había acogido las observaciones. Leí el proyecto reformado y noté que era aún más burocrático y asfixiante que antes. Pensando que era el único informe-proyecto, agradecí en mi interior al Ministro de Educación por pedir al Congreso, juntamente con anteriores ministros, que lo archive ¿Se puede archivar un proyecto, después de un primer debate? Mientras leía el proyecto, pensaba que algunos honorables y yo en vano habíamos reflexionado acerca de la importancia de la descentralización, de la equidad con los pobres, de la libertad, de la participación real de los padres de familia; pensaba que, al establecer que las mismas personas sean juez y parte, se consagra la ineficacia.

La Presidenta de la Comisión no hizo conocer el informe-proyecto de minoría. Menos mal –supe después– que hay este informe, digno de este nuevo siglo.
Afirmo enfáticamente que defiendo la libertad, la equidad, la eficacia y otros valores independientemente del valor religioso; defiendo estos valores porque sin ellos la educación en Ecuador seguirá siendo la penúltima en el continente, con el agravante de que ya hemos entrado en una sociedad mundial competitiva. Este Proyecto de Minoría somete a consideración una serie de reformas que responden a las exigencias del nuevo milenio, una de ellas la capacitación para ser competitivos para bien de todos los ecuatorianos. Así como es irrenunciable la necesidad de un marco mínimo común para todos, establecido en diálogo por el Ministerio, es también irrenunciable el derecho de todos, también de los pobres, a elegir la educación para sus hijos. Según la ley actual, los pobres tienen que contentarse con la única educación que (teóricamente) no cuesta.

Nada pueden exigir; la toman como un regalo. Si también dentro del marco común, los padres tienen que pagar para escoger una educación diferente, ¡ser libre depende del bolsillo! Si se cambia el modo de asignar los recursos del Estado para la educación, se suprimen el monopolio y su consiguiente ineficacia. Si el Estado da a escuelas y colegios el costo general por alumno, los padres de familia pueden escoger los establecimientos más eficaces. Si algunos padres quieren de los establecimientos más de lo que pueden ofrecer con el costo general establecido por alumno, o si escogen un establecimiento que no acepta someterse, por ejemplo, a dar cuentas, asumen ellos sí la obligación ulterior de pagar la exclusividad. Me parece que es necesario conocer el proyecto de minoría; pues contiene propuestas revolucionarias hacia adelante. Honorables, no archiven el proyecto. Rompan el círculo vicioso. ¡La educación como está, archivada está!