Dos esculturas en mármol de un candelabro y de un capitel, que forman parte de la balaustrada que separa la zona litúrgica de la Capilla Sixtina del Vaticano, son obras de Miguel Ángel, según una reciente atribución.

Tras varios años de investigaciones, el director del departamento de arte bizantino, medieval y moderno de los museos vaticanos, Arnold Nesselrath, ha certificado este “hallazgo” que siempre ha estado a la vista de todos aquellos que han contemplado los famosos frescos del autor florentino.

Se trata del candelabro y del capitel situados en el extremo derecho del cancelo de 13,41 metros que divide la Capilla Sixtina, según se mira de frente la majestuosa escena del Juicio Final pintada por el propio Miguel Ángel.

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Son dos más de las ocho piezas, aparentemente iguales, que se repiten a lo largo de la balaustrada, construida en torno a 1480 y desplaza a mediados del siglo XVI, que separa la zona litúrgica –donde los cardenales se reúnen para elegir nuevo Papa– de la destinada a los fieles.

Para constatar el hallazgo, se han llevado a cabo numerosos estudios comparados, según explica Nesselrath al rotativo La Repubblica, sobre todo con el altar Piccolomini de la catedral de Siena, para el que Miguel Ángel hizo dos estatuas. La Capilla Sixtina fue construida por el papa Sixto V entre 1477 y 1480 y tiene 20,70 metros de altura, 40,23 de larga y 13,41 de ancho, idénticas medidas que el mítico templo de Salomón.

Miguel Ángel Buonarroti (1475-1564), uno de los grandes genios del Renacimiento, pintó los techos de esta magna capilla con escenas de la Biblia, entre 1508 y 1512, y volvió allí para plasmar el Juicio Final.