Los kalmukos, única etnia budista de Europa, celebraron ayer en su república a orillas del Caspio el comienzo del año lunar, con fastos que recordaron la magia del Tíbet y Mongolia y el deseo de que por fin los visite el Dalai Lama.

“¿Habéis invernado bien?”, fue el saludo que se dirigieron los habitantes de Kalmikia para dar también la bienvenida al “Tsagán Sar”, mes blanco, comienzo del Año Nuevo lunar budista en esos parajes esteparios.

El incienso, las cabezas rapadas y túnicas naranjas, los ojos rasgados, pero sobre todo los rezos y rituales pueden haber confundido al viajero poco avispado, que pensará en el Tíbet, Nepal o Mongolia, al visitar alguno de los templos de Kalmikia que celebran esta fiesta. Pero esta república rusa bañada por el Caspio, abrazada por el Volga y el Cáucaso, es la patria del único pueblo budista de Europa.