Convertido en un tema extremadamente delicado la disputa del sector La Concordia, merece punto final.  Primero, hubo golpes y balazos en ese escenario de disputa rebelde; luego, se lo convirtió en fortín de politiqueros que cada vez que se acercaban las elecciones, vociferaban estar de una u otra de las partes, convirtiéndose en una burla para los concordenses.  Pero lo más sorprendente es que hasta ministros han estado con tembladera, al momento de dar declaraciones en torno al asunto. No se ha dado apoyo a la comunidad para exigir constitucionalmente que finalice el problema limítrofe, y se ha dejado esta zona productiva en poder de la partidocracia nacional.

Ya debe tomarse una alternativa para que los pobladores tengan identidad jurisdiccional. No es justo que esto se mantenga en espera, en un país de derecho mientras la ciudadanía grita: “Queremos ser cantón”. Esta población sobrepasa el número que requiere la Ley de Régimen Municipal, para elevarla a esa categoría (de cantón), pero la ley solo está de adorno, mientras en el centro de la polémica se encuentran dos hermanas provincias: Esmeraldas y Pichincha, disputándose una hermosa tierra donde se conjuga el sentido de ecuatorianidad con gente de todas partes: negros, indios, mestizos. Si a La Concordia se le pudiera cambiar de nombre, bien se la podría llamar Paraíso escondido.
Patricio Aguilar V.
Quinindé