A ocho meses de las elecciones presidenciales, el gobernador republicano de  California, Arnold Schwarzenegger, y el joven alcalde demócrata de San  Francisco, Gavis Newsom, protagonizan una pulseada en torno a los matrimonios  de homosexuales que la alcaldía viene celebrando desde hace varias semanas.

Mientras más de 3.000 parejas ya se unieron en San Francisco, Schwarzenegger, presionado por su partido, ordenó el viernes a su ministro de Justicia tomar las medidas necesarias para terminar con estos  matrimonios al  estimar que representan “un riesgo inminente para la paz civil”.

La reacción del gobernador se produjo horas después de que un juez de San Francisco, por segunda vez en la semana, rechazó prohibir la unión entre personas del mismo sexo ante la demanda de una organización familiar conservadora.

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La alcaldía demandó el jueves al estado de  California para que el tribunal afirme que la ley estatal que prohíbe el matrimonio entre homosexuales es inconstitucional, por lo que se avecinaría una batalla jurídica en la Corte  Suprema de California.

Mientras tanto, cientos de homosexuales hicieron fila el viernes pasado en el Registro Civil  de Bernalillo, condado de Sandoval (a pocos kilómetros al norte de Albuquerque), estado de Nuevo México, donde esperaban casarse luego que una funcionaria del condado decidiera emitir licencias matrimoniales a las parejas  del mismo sexo, al igual que San Francisco.

En Washington, la Casa Blanca rechazó críticas de que le falte liderazgo para frenar la unión de homosexuales en San Francisco y dijo que el presidente George W. Bush continúa su análisis sobre la situación en esa ciudad.
 

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