¿Por qué un escritor, Premio Nobel de Literatura, no habla de Literatura? José Saramago, el literato portugués, recalcó ayer esta pregunta en su conferencia ante casi 300 personas en la Fundación EL UNIVERSO.

Una pregunta que retrata su postura de siempre en los lugares a donde va: irreverente, contestatario, cuestionador.

Saramago emocionó a un auditorio con una conferencia que habló más de democracia, revoluciones interiores, derechos humanos, de cambios, que de los personajes sencillos de su extensa obra literaria.

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Una irreverencia que quedó plasmada cuando luego de 5 minutos de haber sido declarado Huésped Ilustre de Guayaquil por el Vicealcalde de la ciudad, Luis Chiriboga Parra, sacó una crítica sutil en su discurso: “Guayaquil se parece cada vez más a Miami”. Sonreído, enseguida añadió que la gente guayaquileña  es diferente.

Luego continuó con un ataque de ideas, en los que centró una premisa fundamental: las sociedades no cambiarán sus sistemas si los ciudadanos no se deciden a realizar un cambio individual en sus mentalidades.

Saramago recordó con pesar, que muchos de los actores de transformaciones importantes en décadas pasadas ahora son parte de los que sostienen sistemas contra los que antes lucharon.

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En un español a veces difícil de captar, el Nobel de Literatura siguió con su rol cuestionador. Cuestionador del papel de los medios de comunicación, que se olvidan a veces de martillar sobre asuntos trascendentales como los Derechos Humanos. O cuestionador de los sistemas económicos que permiten, según el escritor, la obscenidad del hambre en los niños. En 1998, todos hablaban de los 50 años de la Declaratoria Universal de los Derechos Humanos, dijo, y destacó que en los años siguientes, la prensa minimiza cada vez más la fecha.

“¿Habrá que esperar al centenario?”, preguntó. Luego de casi una hora de conferencia, Saramago dio paso a las preguntas. Y ahí aparecieron las lisonjas, las  admiraciones al escritor, los testimonios de cómo un libro puede cambiar vidas. Andrés Williams es un ejemplo de eso: le dijo  que era un honor hablar con el hombre que había escrito Ensayo sobre la ceguera, el libro que le iluminó y le cambió la vida.

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