Las jornadas se desarrollaron en la sala 1 de Cinemark, cuya capacidad es para 255 personas. A todas ellas concurrieron los niños productores y actores de los trabajos cinematográficos exhibidos.

El primer día estuvieron acompañados por sus padres, quienes formaron la audiencia. El jueves pasado representantes de organizaciones no gubernamentales, de escuelas y colegios fiscales y particulares, vieron sus cortometrajes. La función de ayer fue para todo público.

Luego de la proyección se abrieron foros.

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Carriel indicó que si tuviera que calificar del 1 al 10 el éxito del festival, “le pondría 7,5, porque este primer paso que se dio dentro de la producción audiovisual es la prueba de una preocupación de otra clase de público (la niñez), que uno desconoce o no se atreve a prestarle atención”.

Varios de los temas de los trabajos audiovisuales trataban la violencia, la delincuencia, el irrespeto y el secuestro. El mensaje de los cortometrajes según el criterio de algunos niños espectadores del festival, entre ellos Gloria Barreno (7), Emily Jurado (6) y Gabriel Barreno (9), fue que los aspectos negativos mostrados en las dramatizaciones no deben practicarse. “Aprendí que hay que valorar la vida”, dijo Gloria.

Victoria Roberts, de 36 años, opinó que era agradable que los niños productores y actores de los cortometrajes ofrecieran buenas propuestas con pocos recursos. En lo mismo coincidió Uri Criollo (28), representante de la Fundación Crecer que acudió al festival en compañía de 22 personas, entre niños y jóvenes.

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En la cita cinematográfica se proyectaron 35 trabajos audiovisuales, pertenecientes en su mayoría a niños de sectores urbano marginales de la ciudad. Carriel comentó que desea que este festival se internacionalice, “con el objeto de saber cuáles son las propuestas y necesidades de niños de otros países”.