El escritor portugués afirmó que los países están gobernados por una plutocracia.

José Saramago confesó ayer que no habla sobre literatura porque esta ya se hace presente en sus libros. Por ello, en sus discursos, olvida las discusiones literarias y habla sobre el ser humano.

En la capilla del Museo de la Ciudad, el Nobel portugués brindó su cuarto discurso en el segundo día de visita en la capital. Allí, el alcalde de Quito, Paco Moncayo, lo declaró Huésped Ilustre.

Publicidad

Saramago dio un breve agradecimiento por la distinción y se sumergió en una reflexión sobre la importancia de la palabra. “La palabra tiene un peso, es un compromiso”, manifestó, y se refirió a la democracia. De ella habló desde su primera disertación, el pasado martes en la Casa de la Cultura, cuando invitó a los indígenas de América a ser los actores clave en su construcción y la cuestionó como único sistema político posible.

Ayer, el autor aclaró que no critica a la democracia en sí, sino a la forma cómo se la concibe y aplica en el mundo actual. “Yo no puedo ser un demócrata porque soy un comunista”, sentenció.

“Yo no puedo ser un demócrata porque soy un comunista”, dijo durante su alocución en la capilla del Museo de la Ciudad.

Publicidad

El Nobel, quien fue miembro del Partido Comunista Portugués, cuestionó a la oligarquía y afirmó que los países están gobernados por una plutocracia. En ese sistema, el ser humano queda relegado.

“Lo que debe primar es el ser humano. Sin él, nada está resuelto”, aseveró otra vez en el Museo de la Ciudad, donde estudiantes de colegios y algunos lectores esperaban obtener el autógrafo del escritor portugués.

Publicidad

Fiel a su idea de que su firma no tiene utilidad, se negó a rubricar los libros que le presentaban los lectores.

Irónico y mordaz, en sus intervenciones públicas criticó la injusticia y los afanes intervencionistas de las potencias mundiales.

Reclamó respeto para el pueblo indígena, a quien calificó como el verdadero dueño de la tierra. Aseguró que el mundo tiene mucho que aprender de los indígenas, “si quisiéramos, claro”, acotó.

La esperanza es recurrente en sus reflexiones. Incluso, cuando habla sobre el amor y el divorcio.

Publicidad

En su concepto, la fraternidad entre seres humanos es una utopía y el matrimonio es una práctica de tolerancia. “Lo que existe es la voluntad de asumir al otro, tal cual es, y aceptarlo”.

En el Museo de la Ciudad, Paco Moncayo destacó a Saramago como un autor comprometido con las clases oprimidas. “Quito se identifica con Saramago”, aseveró.

También se sintió identificado con la ciudad. La tarde del martes, cuando recibió la medalla Oswaldo Guayasamín, de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, Ciencia y Cultura (Unesco), aseguró que espera volver a la capital. “Mi esposa y yo hemos viajado mucho, siempre nos reciben bien, pero aquí la proximidad, la cercanía fue especial”.

Para el autor, de 82 años, su primer día en la capital fue especial y luminoso. Saramago lo expresó con emoción: “Pocas veces hemos tenido un día tan irradiante como este”.

Saramago presidió después el Encuentro Pablo Neruda por una Cultura de Paz, convocado por la Fundación Guayasamín, y que se realizó en la capilla del Hombre.

El escritor portugués suspendió su viaje a Galápagos, que estaba previsto para hoy. Mañana, a las 16h00, ofrecerá una conferencia en la Fundación EL UNIVERSO de Guayaquil.