De los tres procesos penales: uno por el supuesto  robo, otro por el caso de los desaparecidos y el tercero por el uso excesivo de armas, aún nada se aclara. 

Hoy se cumplen 90 días de la muerte de Carlos Andrade Almeida y Guime Córdova Encalada, cliente y mensajero, respectivamente, de la farmacia Fybeca de la Alborada, tras una incursión policial que supuestamente frustró un asalto que además dejó seis muertos con antecedentes delictivos y dos supuestos desaparecidos, uno de ellos captado en una fotografía de este Diario.

A las 07h15 del 19 de noviembre pasado ocurrió la balacera. La Policía reportó que se trataba de supuestos pillos que se movilizaban en tres vehículos y que intentaron asaltar la farmacia.

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El parte oficial refirió que los gendarmes los siguieron porque uno de los carros, un Honda Civic de placas GIT-430, fue identificado como robado. Los otros eran un Chevrolet Swift, placas GHE-613, y un Suzuki Forsa, placas LBK-542. Cuando los sospechosos ingresaron al sitio, los gendarmes entraron tras ellos y se inició el operativo.

Luego de la incursión, un equipo de EL UNIVERSO fotografió la captura de un hombre –con el rostro cubierto– que fue embarcado en un vehículo Nissan Pathfinder, placas PTM-792, presuntamente detenido. Sin embargo, la única persona reportada por la Policía, como apresada, fue Natalia Vélez Falcones.

La Policía identificó a los fallecidos como José Cañar Reyes, de 32 años, Jazmani Rosero López (25), Raúl Salinas Chumacero (40), Miguel Quishpe Portillo (29), Richard Tello Jácome (31) y Genny Aguiar Vargas (31).

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Al día siguiente, luego de que EL UNIVERSO publicara la foto del apresado, Dolores Guerra Tábara lo identificó como su esposo, Johnny Gómez Balda, pese a que llevaba cubierto el rostro. Hasta la fecha no aparece Gómez Balda, tampoco César Augusto Mata Valenzuela (otro desaparecido), aunque el ex agente Érick Salinas y el policía Sergio Gaibor dijeron que los soltaron luego del operativo.

Los inocentes
Dolores Briones fue la primera en saber que su esposo, Guime Córdova, había sido asesinado, porque se lo comunicaron por teléfono.

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“¡No puede ser, mi Guimme, no puede ser!”,  gritó cuando lo identificó en una de las tomas de las cámaras digitales, como a las 10h30 de ese día.

Dolores Vélez estaba frente a la farmacia, adonde fue en busca de su esposo, Carlos Andrade Almeida, quien había salido de casa, a las 07h00, a comprar pañales para su niña de tres meses (actualmente tiene seis meses). Pensó que su cónyuge estaba entre los testigos. Y como a las 10h45 gritó al descubrir que el cadáver de Carlos Andrade lo llevaban a la morgue.

“¡Él no era delincuente, él era cliente! ¿Qué han hecho?, ¡Dios mío¡, ¿qué han hecho?”, gritó la mujer.

Junto al cuerpo de Andrade Almeida apareció una granada, que según la Policía no detonó aunque fue activada. Dolores Vélez exclamó: “Yo sé que fueron los policías quienes quitaron la vida a mi esposo, primeramente porque él no cargaba ni un alfiler (para atacarlos), solo 5 dólares para comprar los pañales de mi pequeña”.

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Un día después, el jefe de la Policía Judicial del Guayas, Crnel. Fausto Flores, reiteró que los policías fueron recibidos a tiros y que ellos solo respondieron al ataque.

La investigación realizada por el inspector general de la Policía, Marcelo Vega, concluyó que se hizo uso irracional de la fuerza y de las armas. El informe del Servicio de Investigación Ocular Técnica (SIOT) responsabilizó al jefe del operativo, Eduardo González, y a diecinueve agentes, de la muerte de ocho personas, ya que “no hubo enfrentamiento”.