A las 13h00 de ayer, provistos de escobas y pequeñas palas, los trabajadores de Panavial, empresa que se adjudicó el peaje y el mantenimiento de la carretera, empezaron a barrer los escombros y la basura que dejaron los manifestantes en San Luis de Guachalá, a 10 minutos de Cayambe (Pichincha).

Allí se concentraron, desde la madrugada del lunes, alrededor de mil indígenas y campesinos, quienes, pese a su oposición al Gobierno, acataron la disposición de los dirigentes locales de regresar a sus comunidades.

A excepción de este sitio, las vías entre Quito, Ibarra y Tulcán estuvieron abiertas, lo que evitó problemas de transporte y desabastecimiento de alimentos.

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La última en retirarse fue María Farinango, de 36 años, quien vive en Cangahua, una zona rural ubicada a una hora de San Luis de Guachalá.

Mientras las cuadrillas de Panavial limpiaban, sentada, al filo de la carretera, contó que no se fue antes por el temor a que la multitud aplaste a su quinta hija, Alison, de un año y medio.

Cuando llegó a la concentración, a las 09h00, el presidente de la Conaie, Leonidas Iza, también arribaba por la vereda de enfrente y dijo: “No es levantamiento, es movilización; no pedimos que el Presidente se vaya, queremos que rectifique...”. 

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Antes de las 10h00, Iza regresó a Quito porque tenía que encontrarse con el escritor portugués José Saramago, quien visita el país, y luego reunirse con el resto de la dirigencia para evaluar si continuaría o no la protesta.

En Imbabura las manifestaciones ya habían sido suspendidas el lunes y sus actividades se desarrollaban sin contratiempos.