Todos los fines de semana viajo de Guayaquil a Quito y viceversa por trabajo. Me sorprende constatar que la terminal terrestre de Guayaquil no haya cambiado en nada el servicio a los usuarios.

Antes funcionaban las escaleras eléctricas y ahora no, sin embargo cobran la tasa por subir a tomar los autobuses; los taxistas cobran lo que les da la gana, limpian los pisos con viruta y diésel, y los servicios higiénicos están deplorables.

Jorge Isaac Villacís Gallo
Quito

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