Compré en China por cuatro mil doscientos dólares, dos alarmas para mi local comercial de Guayaquil, sin saber que daría un paso escabroso al traer de allá, como manda la ley, esos artículos.

Mostré aquí la factura en idioma chino, a los entes encargados de verificar la mercadería de entrada y -aunque ustedes no lo crean- estos ¡me han exigido ese papel con texto en español!

Yo me pregunto: ¿No tenemos representantes de ese gran país asiático aquí para que nos traduzcan del chino al español? En la CAE (Corporación Aduanera Ecuatoriana) nadie conoce nada, ni informan nada.

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Han pasado diez meses de eso, y no me solucionan el problema. Existe el inconveniente de que yo vivo en Guayaquil y la mercadería llegó a Quito. Solo en los gastos de los viajes que he realizado a la Capital, he perdido más del valor real que me costó la mercadería. Por último, la verificadora me hizo conocer que mi documentación se entregó a la CAE; y como caso de Ripley, en esta dependencia se perdió la carpeta con toda mi documentación. O sea, perdí mi mercadería.

Luis Gerardo Torres Jarrín
Guayaquil