El portugués José Saramago, Premio Nobel de Literatura de 1998, bromeó este martes en Quito sobre el origen de su obra "El Evangelio según Jesucristo" al asegurar que, aunque es ateo declarado, supone que la ayuda para escribir le vino de Dios.
 
"Yo soy ateo, todo el mundo lo sabe, pero no soy un ateo militante aunque lo parezca", dijo, y añadió que no es de los que andan por ahí diciendo a la gente que deje de creer porque "no sólo se perderá el miedo del infierno sino también las infundadas esperanzas del cielo".
 
Anotó, no obstante, que siempre le ha interesado mucho la historia de las religiones.
 
Lamentó que las religiones no hayan servido para unir sino "para la intolerancia" y calificó de un "absurdo" que "todo (las guerras, entre ello) se hace en nombre de Dios, de un Dios" que, por otra parte, "nadie ha visto nunca".
 
En una reunión con sus lectores, confesó que "El evangelio según Jesucristo" nació de una ilusión óptica en Sevilla, pues le pareció ver esa frase en un puesto de revistas.
 
"Si le pudiera dar a esto una importancia más de la que la tiene, incluso podría decir que Dios había querido este libro y armó una ilusión óptica en ese momento", apuntó.
 
"Por el tráfico, Dios no podía presentarse en persona o en tripersona para decir: mire, tengo una idea y te voy a dar aunque tu seas un criminal ateo. Como tu no escribes mal, te voy a dar la idea", dijo en medio de las risas de cientos de lectores que se congregaron para escucharlo en la sede de la Casa de la Cultura.
 
Saramago visita Quito para recibir la condecoración "Medalla Guayasamín de Unesco" y para participar en un encuentro de escritores.
 
En su cita con los lectores, el Premio Nobel se disculpó por no poder dar respuestas cortas a las preguntas y confesó que le "asustan" los jóvenes con cabellos de colores y aretes, pero que le agrada que varios de ellos integren las filas de quienes buscan autógrafos para sus libros.
 
De eso también se mofó diciendo que lo único que representa es que dos personas estuvieron involucradas: el que se acercó con el libro y el que firmó, pero "nada más".
 
En medio de risas del público, aseguró que por sus conceptos sobre la religión tiene "mala reputación", pero aclaró que, ante una eventual intolerancia de la Iglesia, se siente "protegido" por su público de Quito.