• De los mandamientos de Dios, especialmente del sexto y del séptimo que son de los que más nos reímos.
• De las leyes laborales relativas al salario mínimo, a la repartición de utilidades, a la inscripción de nuestro personal en el Seguro Social; al pago de las horas extras.
• De los pobres que insisten en hacer todas las cosas “como deben ser”.
• Del candor de aquella persona que nos prestó dinero o accedió a servimos de garante.
• De nuestra habilidad para hacer pasar en nuestros negocios artículos de segunda calidad como si fueran de primera, kilos de 800 gramos como kilos completos...
• De la credulidad de nuestros padres, que se creen todas nuestras mentiras.
* Porque un día (el del juicio final) lloraremos de pena.

(Colaboración de Luz del Domingo Especial para Diario EL UNIVERSO)