Reflexión sobre el Evangelio
1.– El mensaje de la Palabra de Dios

Las bienaventuranzas expresan, con un lenguaje diferente, lo que Jesús había dicho en la sinagoga de Nazaret: la opción preferencial de Dios por los pobres. Nuestro Dios es el Dios del Éxodo, el Dios de los oprimidos, de los marginados.
Para Lucas, los ricos son los que están alejados de Dios: los que han conseguido sus riquezas explotando a los pobres. Jesús llama felices a los que han salido de su egoísmo y están abiertos a Dios.

2.– ¿Qué compromiso nos pide el Señor?
Aceptar las bienaventuranzas como estilo de vida para ser artífices del reino.
La enseñanza de Jesús, que llama dichosos y felices a los pobres y desgraciados a los ricos, se contrapone a los criterios de la sociedad de consumo que felicita y aplaude a los ricos, y desprecia, y margina a los pobres. Las bienaventuranzas prometen la felicidad ya en esta vida. Jesús no dice: “Felices ustedes los pobres, quédense como están porque después de la muerte van a ser felices”, sino, “felices porque por la predicación del Evangelio, que ya llegó a ustedes, pueden salir de la pobreza”.  (Puebla 1142) Las malaventuranzas son una advertencia de Jesús a los ricos, inspiradas en el amor, para que se conviertan. La riqueza es buena si se comparte desde la justicia, y se convierte en pecado si nos lleva a la avaricia y al egoísmo.