Con los ejemplos que tenemos, todos debemos estar dispuestos a celebrar con bombos y platillos el día del amor, aprovechando que vivimos una época de tanto, pero tanto amor.

¡Ah, el amor! ¡Qué lindo ques! Y, sobre todo, ¡qué enseñanzas que nos deja cuando vemos que se concreta en realizaciones pletóricas de cariño!

¡Ya lloro de la emoción! Es que por amor, por ejemplo, nuestro bienamado Presidente volvió a salir en campaña y recorrió el país para que su amadisísimo cuñado ganara la presidencia de su amadísimo partido patriótico. ¡Eso es pues amor! Cómo será que, de tanto amor, el siempre amante Lucio hasta volvió a subirse a un brioso caballo para hacer el recorrido por los pueblos y, al grito de ¡Napoleón presidente!, dio discursos para que los más patrióticos de todos los patrióticos votaran por él. Como si eso no fuera suficiente, después vio con sus ojos amantísimos cómo su cuñado descendía de un corcoveante helicóptero de la Policía en el que recorrió valles, ríos y cañadas. Tanto amor se selló con la victoria, como no podía ser de otra manera.

Por fin, rebosantes de amor, los dos cuñados se dieron un...

¡Ay no, qué bruto! Los dos cuñados se dieron un abrazo.

Claro que ahí entró también el amor que le tiene el comandante de la Policía a su amadísimo ex colega Villa, quien fue su compañero en la Policía cuando era policía.

Acordándose de esos tiempos tan felices, le prestó el helicóptero de la Policía para su campaña. ¡Qué amor! ¿No les enternece? Ah, claro, no les enternece porque ustedes no son policías. Porque entre los policías el mayor gesto de amor es que el uno le preste el helicóptero al otro.

Amor, así, lo que se llama amor, demostró también el Quintana al quitarle la inmunidad al Haro y enjuiciarle de una. No pues, el amor no es, en este caso, del Quintana hacia el Haro, sino del Quintana hacia los militares, que querían que le desinmunice al Haro, y hacia el Partido Social Cristiano, que le puso en la presidencia de la Corte al Quintana. Entonces, el Quintana devolvió el amor que recibió con el amor que dio. ¡Ay, cómo me late el corazón de la ternura!

Y amor es el que tiene la Janeth, hermana del Lucio y esposa del Villa, hacia el torneo de Miss Mundo, hasta el extremo de que les mandó sacando a las organizadoras para ser ella la que organice el certamen. Verán nomás que, con tanto amor, ha de lograr que el Villa resulte elegido Miss Mundo, con el apoyo de Sociedad Patriótica y del Lucio, que ha de seguir haciendo campaña a favor de su cuñado por todo el mundo, a caballo, en el helicóptero de la Policía, en los aviones del Ejército y en los submarinos de la Marina.

¡Y todo por amor!