Había terminado un trabajo que me llevó a viajar el miércoles 20 de noviembre del 2002 a Riobamba, y cuando caminaba cerca de la estación del ferrocarril, la Brigada Blindada Galápagos, explotaba junto al arsenal.

El jueves 21 se oían menos explosiones, pero el peligro no pasaba; a pesar de que llegó quien era presidente, Gustavo Noboa, no se asistió logística ni técnicamente para terminar el incendio.

A nadie satisfizo la serie de argumentos de autoridades militares sobre la causa del accidente. Ya desde ese día se hablaba en voz alta de algo que ha causado hasta ahora disgusto: que el incendio fue intencional para encubrir faltante de armas cedidas a las FARC.

Publicidad

Desde entonces la población quedó afectada psicológicamente y en espera de justicia. Este caso debe ser investigado y sometido a la Constitución y a las leyes, por tanta pérdida humana y material que hubo.

Arq. Johnny R. Sampedro C.
Guayaquil