Sin embargo, las cosas y sucesos propios de nuestra ciudad nos conducen a un momento de meditación:

Escuchar por ahí el: “Cójanlo, cójanlo...”, respecto a ese niño que hurta una chuchería, que al final, más que por robo, lo hizo por alguna necesidad, nos permite reflexionar, al igual que en la actitud del chico mendigo que sobrevive de la limosna y utiliza la “viveza criolla” para -con una receta envejecida- llamar a la compasión humana.

Son las necesidades las que generan esas actitudes en muchos de nuestros menores ecuatorianos sin protección.

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Quienes manejan la salud mental llaman ahora “preferencia sexual” a la justificación de las debilidades de los que las tienen, pero siempre da tristeza mirar a niños vestidos de mujeres, deambulando por calles a altas horas de la noche.

Ahí le dejo entonces, una triste realidad por resolver a la primera dama de la nación, Ximena Bohórquez.

Tomás M. Andino Rodríguez
Guayaquil

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