Sorpresa... Cuando los ecuatorianos creíamos haber elegido por mayoría, bien o mal, a un gobierno, todo parece indicar que, un año después, en realidad tenemos dos.

Y quizás eso sería bueno, si como en las promociones comerciales de invierno, significa beneficio para el consumidor, pero en lo que respecta a la actual administración del Estado, no hace más que multiplicar justamente por dos también las reacciones y rechazos a una democracia que, pese a tener ya 25 años, todavía no llega siquiera a la adolescencia. Peor aún, da constantes muestras de incoherencia e inmadurez.

¿Dos por uno? Sí, desde diciembre anterior para ser exactos, cuando al alicaído, populista y ansioso grupo neopolítico que rodea a Lucio Gutiérrez, le fue aplicada a la vena una fuerte dosis de estabilidad, y colocados algunos pies de amigos, que lo sostuvieron en medio del telúrico ambiente político de aquellos días.

¿Así, aquel niño travieso y descontrolado, que quería todos los caramelos para sí, no tenía aún ni 4 años (desde el día que Gutiérrez fue lanzado a la fama por los indígenas que tumbaron a Jamil Mahuad) cuando recibió el gran tirón de orejas de los jerarcas de la política nacional, que en vano, porque nadie les cree, niegan que ellos son quienes en realidad manejan los hilos del poder.

¿Pero cuando muchos pensaban que el Gobierno asimilaba la tunda y se fortalecía con el apoyo de tan sabios y experimentados padrinos, observamos que al cabo de dos meses, el niño vuelve a las travesuras y deja al país estupefacto ante el patético espectáculo de un gobierno siamés.

Sí, siamés, porque si en diciembre, con el concurso de algunos añosos y otros prestigiosos políticos, se intentó rescatar al gutierrato de su acelerado deterioro; en febrero vemos con estupor que Gutiérrez ya olvidó esos difíciles días, y vuelve a treparse en la tarima, donde parece sentirse más cómodo que en Carondelet, para auspiciar una candidatura casi barrial de su cuñado, el ya célebre Napoleón Villa.

¿Gobierno fenómeno este, con dos cabezas: la una, la de Gutiérrez con su cuñado Villa, su hermano Gilmar y su primo Renán, sus coidearios Carlos Pólit, Fabián Villarruel y compañía. Grupo por el que el Mandatario parece dispuesto a todo, y con el cual parece compartir su ansiedad de figuración y populismo, porque alguien les ha dicho que tienen futuro político.

La otra cabeza, diseñada por los jerarcas del eterno poder, en diciembre pasado, y cuyos rasgos más visibles son Raúl Baca, Xavier Ledesma y todos aquellos no gutierristas ni sociedadpatriotistas auténticos, que obviamente son mirados de reojo por quienes quieren toda la administración para ellos, con el hepático discurso de que les corresponde, porque ganaron las elecciones.

Y mientras la una se acerca a los indígenas, la otra se esmera por alejarse; mientras la una niega a Simón Trinidad, la otra la confirma; o si Ledesma dice que sí hubo material electoral llegado desde México, Pólit descarta totalmente que haya ocurrido.

En poco menos de un año, pasamos entonces del gutierrato populista, al siamesato incierto. Quizás hasta cuando los jerarcas del poder así lo quieran.