Ecuador fue el último país de Sudamérica que se unió al Plan Cóndor de represión e intercambio de prisioneros políticos en los tiempos de las dictaduras militares de los 70, dijo ayer el humanista paraguayo Martín Almada, quien manifestó que los lazos entre aquellos militares “han sido y siguen siendo muy fuertes”.

Almada, Premio Nobel Alternativo 2002, hizo alusión al último incidente que protagonizó la semana pasada el coronel Germánico Molina, ex embajador ecuatoriano en Buenos Aires, con el ex  represor argentino Carlos Guillermo Suárez Mason.

Molina fue expulsado de  Argentina la semana pasada tras ser descubierto por la inteligencia rioplatense cuando sacó a Suárez Mason de su residencia, donde cumple prisión domiciliaria, para llevarlo a una fiesta privada.

Publicidad

“Ese hecho conlleva sobre todo una responsabilidad política de implicancia internacional”, señaló el humanista paraguayo, una ex víctima de la dictadura del  general Alfredo Stroessner (1954-89), y cuya esposa murió cuando él estaba preso en 1974.

“Ecuador fue el último país en firmar el pacto criminal Cóndor, establecido por (el ex dictador Augusto) Pinochet el 29 de noviembre de 1975, en la Reunión de Inteligencia que tuvo lugar en Santiago de Chile. La participación de los militares ecuatorianos también fue bastante activa en la Conferencia de Ejércitos Americanos que se realizó en Bariloche (Argentina) en noviembre de l995, durante la presidencia de Carlos Menem”, afirmó.