Latinoamérica sufre los efectos del calentamiento global del planeta desde hace diez años, evidenciados con cambios extremos en el clima. Ese es el planteamiento que Pascal Girot, experto en cambio climático y consultor del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en Centroamérica, planteó esta semana en Quito durante la presentación del Informe Mundial de Desastres del PNUD.

La Tierra ha aumentado su temperatura media en unos 0,6° en los últimos 130 años. En el país, creció un grado, en promedio, en 40 años, según reportes del Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología (Inamhi).

Girot refiere que es en la última década cuando se han vuelto más frecuentes en América Latina las circunstancias climáticas anormales, como las nevadas en Perú y sequías en invierno, así como la escasez de lluvias y altas temperaturas que se presentan desde mediados de enero en la Costa y Sierra de Ecuador.

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“Debemos prepararnos para lo peor porque no se trata de algo que nos afectará dentro de cien años. Nuestro clima ya es errático”, recalcó.  La falta de lluvias que afronta el país desde hace cuatro semanas no es una sequía en un sentido estricto, aclara el científico, porque él considera que “sequía es la ausencia de lluvias por tres meses seguidos”.

Un último informe climático, emitido el pasado 29 de enero por el Centro Nacional de Acuicultura e Investigaciones Marinas de la Escuela Politécnica del Litoral (Espol), explica que “la estación climática cálida está asociada a la ausencia o déficit de precipitaciones y a una temperatura marina relativamente fría”.

La falta de lluvias se puede pronosticar, dice, hasta con tres meses de anticipación. Para ello, anota, se requiere de instrumentos meteorológicos y una red de medición de las lluvias. La tercera parte de Latinoamérica es árida, por lo que Girot considera que deberían estar definidas acciones para adaptarse a esas condiciones climáticas.

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“Lo que falla es la comunicación entre quienes hacen los estudios y las autoridades. Debería existir una red integrada por los ministerios, los municipios, los ciudadanos y los meteorólogos para evitar las pérdidas”. En el país, se han registrado pérdidas en el agro por cerca de los 30 millones de dólares.

Girot supone que la ausencia de lluvias puede ser un preludio del fenómeno El Niño, que siempre es precedido por sequías cortas, aunque aún no está comprobada científicamente esa posibilidad.  “Hay que convivir con la sequía, recuperar las tecnologías de las culturas precolombinas para retener la humedad en el suelo. Hemos perdido la memoria histórica”, finalizó.