Es increíble cómo la televisión ecuatoriana ha perdido uno de sus objetivos principales: educar y orientar a la población a la que se dirige, y por la que se mantiene económicamente. Lamentablemente, la típica respuesta aparece: “La gente no quiere programas educativos o culturales. No tienen rating, la gente no los ve”, dicen los dueños de televisoras. Respuesta mediocre que sirve solo para lavar la conciencia de algunos. Pero eso de no tener rating (sintonía) no debe ser totalmente verdad, ya que el problema relalmente está en la poca creatividad y voluntad que existe para producir programas culturales, educativos, atractivos y divertidos. La generación actual se ha criado sin tener la oportunidad de ver programas formativos de alta calidad. Es parte de la responsabilidad social y empresarial de los medios de comunicación, destinar un porcentaje de su programación a producciones educativas. Pero ¿quiénes controlan eso y dónde están? ¿Por qué se quedan tan callados? Nuestros niños y adolescentes no ven programas dignos, pues simplemente no existen. Los que se trasmiten están llenos de mensajes violentos, negativos, sutilmente escondidos. ¿Qué clase de sociedad estamos construyendo? ¿Qué clase de mente estamos formando? Y luego nos preguntamos por qué nuestro país se está volviendo tan violento? Con los programas de entretenimiento que tenemos, lo que aprenden nuestros niños y adolescentes es a saber cómo mover las caderas.
Lcda. Miriam Rojas
Guayaquil