Las tortugas verdes, cuya carne es consumida desde épocas inmemoriales por la población del Caribe norte de Nicaragua, pueden convertirse en un atractivo para el turismo nacional e internacional.

En la costa del Pacífico nicaragüense miles de tortugas ya ofrecen el espectáculo de su llegada masiva para el desove en varias playas.

Durante el año pueden producirse hasta ocho llegadas de tortugas, cuya presencia hace que las playas parezcan formadas de piedra –por sus pétreos caparazones– en vez de arena.

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Según el biólogo Yader Mendoza, asesor en gestión de zonas costeras de la Universidad de las Regiones Autónomas de la Costa Caribe Nicaragüense, en esa región hay condiciones para que los turistas puedan observar a las tortugas verdes en su hábitat natural, en aguas poco profundas.

De las siete especies de tortugas que hay en el mundo, en Nicaragua existen seis, lo que representa un gran potencial para el ecoturismo y medio de alimentación de los pueblos indígenas, pero todas están en peligro de extinción.

La prensa local publicó a comienzos de esta semana fotografías de la matanza de tortugas con garrotes en las playas de Bluefields, capital del Caribe sur de Nicaragua, para ser descuartizadas y vender su carne a quienes la consumen.