Los destrozos en bosques urbanos, tumbados, paredes, pisos y anaqueles  de madera en viviendas de Guayaquil  no causan el mismo sentimiento del ritmo tropical El comején.

La infestación de una especie de esta hormiga blanca y ciega en el bosquecillo protector de Interagua, en la Pradera III, al sur de esta ciudad, es tan severa que tumbará de un momento a otro a varias de sus acacias rojas de unos 6 metros de altura, lo que pondrá en peligro a transeúntes, casas y alumbrado público.

En el campo, el gusto y el aparato masticador del insecto no son  amenaza porque se alimenta de árboles enfermos, secos o lo que queda de los talados y ayuda a descomponer residuos vegetales ricos en celulosa. 

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Para Joffre Villagómez, quien presta el servicio de control de esta y otras plagas urbanas, la introducción paulatina del comején se ha dado por no tratase a la tierra de sembrado que se trae para jardines, portadora de ninfas y termitas adultas. La considera más dañina que su familiar la hormiga arriera porque además de alimentarse de material inerte construido a base de madera, puede dañar materiales de plástico, cemento-asbesto, aluminio, yeso, entre otros.

La colonia construye con su excremento grandes nidos o termiteros donde generalmente permanece la reina. Para controlarlas con pesticida, el técnico recomienda no destruir las galerías que permiten dar con la reina, la que sabe esconderse al menor peligro. Otra medida es eliminar residuos vegetales secos, tratar la madera y fumigar el suelo de los jardines.