Este gobierno y todos sus socios ya nos presentaron su bochornoso debut en el primer mes del año. Para empezar, la ayuda condicionada a Toni el Suizo. Exigirle a ese buen hombre que coloque un letrero que diga “Otra obra del gobierno Gutiérrez”, a cambio de regalar desechos, es simplemente inaudito; sobre todo si viene de parte de quienes representan al Estado. Irónicamente, en este contexto, y particularmente en nombre de quienes llegaron al poder con el voto de las provincias más olvidadas del Ecuador.

Ciertamente, la sonrisa apocada que dibujó el ministro Arboleda ante la cámaras de televisión dijo más que su respuesta titubeante en la que, después de las voces de protesta, finalmente aseguraba una ayuda desinteresada a un extranjero que ha conseguido la construcción de casi 82 puentes durante 10 años.

Otro asunto que no es motivo de honrarse es el intento de despojar al diputado Haro de su inmunidad por haber responsabilizado a las Fuerzas Armadas de la explosión que ocasionó caos, incertidumbre y daños en la ciudad de Riobamba.

Un diputado, a más de legislar, fiscaliza. Es decir, investiga las actuaciones de los empleados en todas las áreas públicas. Mientras ejerza ese oficio y opine políticamente al respecto, la inmunidad lo salva de no ser acusado por ese motivo ni civil ni penalmente. Lo que significa que ni pagará indemnizaciones ni irá a la cárcel por esa causa. Esta figura universal significa un pilar de la democracia y protege a los parlamentarios de venganzas de los gobiernos autoritarios que disfrazan sus revancha en laberintos jurídicos.

Nos sea simpático o no, Guillermo Haro ha provocado por sus denuncias una indagación que ha sacado a la luz cosas que todavía no tienen explicación. Como tampoco tiene explicación política que altos personeros de las Fuerzas Armadas hayan estado en conversaciones con los diputados antes de la fallida sesión del Congreso en la que se decidiera el levantamiento de la inmunidad de Haro. El honor y la dignidad de las Fuerzas Armadas, que a todas y todos nos interesa que permanezca inmune, no se conserva pisando terrenos ajenos a sus constitucionales propósitos.

También resulta embarazoso que el Presidente de la República se haya convertido en el portavoz del partido gobiernista por los anuncios que hiciera de la decisión del bloque y de la sanción de expulsión a quien no vote por la decisión del matrimonio político. Su tiempo, hasta por su propio beneficio, pues hasta familiar nos resultan sus contradicciones, no debería invertirlo en roles de vocero.

Parece que el país, en nombre de la gobernabilidad, se ha repartido en muchas cuotas. Hay muchos personajes en el trono, unos con las garras más empuñadas al cetro que otros y otros delirantes de orgulloso por ser los nuevos hijos de la élite soberana. Lo peligroso de este asunto es que cuando este político romance poligámico termine, solo nos quedará una democracia totalmente aniquilada, el espanto de ser testigos de la consagración política del autoritarismo y unos cuantos bolsillos de dinero y vergüenza.