La televisión italiana vive un periodo convulso, con ataques cruzados sin precedentes entre la RAI  y Mediaset,  acusaciones de manipulación política en la cadena pública y dudas sobre el futuro de la ley que regulará todo el sistema televisivo.

La sana competencia entre la RAI  y Mediaset,  propiedad del primer ministro, Silvio Berlusconi, con tres canales cada una, está lejos ya de serlo y ha pasado a una lucha feroz en la que pesan de manera decisiva los ingresos por publicidad, más escasos en estos periodos de limitada actividad económica de los eventuales anunciantes.

Mientras tanto, la mayoría parlamentaria trata de rehacer el proyecto de ley que regulará el sistema televisivo en cuestiones polémicas como los ingresos por publicidad, el límite de concentración de medios o la futura privatización de la RAI.

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El presidente de la República, Carlo Azeglio Ciampi, se negó en diciembre pasado a promulgar el texto original aprobado en el Parlamento italiano por el sector de la centroderecha, que ahora debe rehacerlo para superar las objeciones del jefe del Estado, jurídicamente argumentadas.