Desde que el proyecto de crear el árbol más alto del mundo en Guayaquil le llegó a sus manos se convirtió en su principal promotor. Allí, Miguel Orellana, presidente de la empresa Publivía, impulsó la construcción de una estructura de 92 metros de alto en el Malecón 2000 al pie del cerro Santa Ana.

La edificación  provocó la crítica de organizaciones sociales por considerar aquel propósito como un derroche de ostentosidad. Se estima que tuvo un costo de $ 400.000.

Ahora, después que la promotora de la obra (Publivía) desmanteló la edificación en el plazo establecido (feneció el sábado pasado) Orellana enfrenta estas críticas con un lenguaje directo y polémico.

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Pregunta: ¿Qué les responde a las personas que creen que el dinero utilizado en la obra fue malgastado?
Respuesta:
Qué les puedo responder, que les importa. Hay cosas tan horrorosas que se hacen aquí en Guayaquil con dinero privado y nadie puede decir nada. Donde sí  debe y puede opinar la gente es en las obras que se hacen con dinero público, de todos los guayaquileños y ecuatorianos. Después de todo, el árbol sí tiene un sentido social.

P: ¿Cuál cree que es esa concepción social?
R:
En el fondo tiene un contenido social porque unió a la familia ecuatoriana alrededor de un símbolo mundial. Ese es su sentido social. Si alguien no está de acuerdo, lo respeto.

P: También se criticó el lugar donde se construyó. ¿Por qué se escogió ese sector?
R:
El convenio va a durar diez años y se hará en el mismo lugar a pesar que mucha gente se enronche. Escogimos ese sitio porque es simbólico y cumple los requisitos de un proyecto de esta naturaleza.

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P: Y ¿de qué naturaleza es este proyecto?
R:
El proyecto es parte de un convenio que va a durar diez años con el Municipio de Guayaquil y el Malecón 2000. La idea es publicitaria.

P: ¿De dónde surgió esa idea?
R:
Nace de la empresa privada. Porta Celular nos buscó para que llevemos adelante este proyecto. Posterior a ese interés, Publivía se convierte en la promotora de la obra y como tal acoge nuevas responsabilidades.

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P: Algunos critican el estilo arquitectónico de la estructura.
R:
Todos tenemos gustos diferentes. Esto es una cuestión de respetar los derechos individuales y privados de cada una de las personas. Algo que no han respetado algunos medios de comunicación.

P: ¿Por qué culpa a los medios de comunicación del rechazo ciudadano?
R:
Se creó expectativa alrededor del árbol. Los medios de comunicación, de manera malintencionada, pretendieron llevar esta obra a niveles de lo ridículo e insólito. Establecieron comparaciones sobre lo que se habría podido hacer con ese dinero, cuando la concepción de la estructura es exactamente lo contrario.

P: Entonces ¿con que afán se lo construyó?
R:
Con fines publicitarios. Lo que hicimos fue poner la obra al servicio de las empresas que quieran pautar. El objetivo fue desarrollar una alternativa publicitaria. La finalidad no era hacer obra social, eso le compete al gobierno, no a la empresa privada.

P: ¿En qué quedó lo del récord Guinness?
R: Este árbol no fue levantado ni construido para que sea incluido en el libro de récord Guinness. Eso era una posibilidad y una de las motivaciones que tuvo el equipo promotor. Vimos que en el libro de récords del 2002 constaba en la página 141 como el árbol de navidad más grande del mundo uno que queda en Sao Paulo (Brasil), entonces asumimos el desafío. La empresa instalada en Londres tiene la documentación técnica. 

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P: Usted dijo que Publivía es la responsable de la obra. ¿De los heridos también?
R:
Yo no soy el responsable de que se hayan lesionado levemente tres obreros. La empresa contratada por nosotros es la responsable (Edhesa). Pero de todos modo lamento que haya sucedido aquel incidente.

P: A pesar de todo ¿el árbol volverá a ser colocado en el mismo lugar?
R: Yo decido si lo pongo. No sé, vamos a ver. No sé qué me pueda hacer desistir de montar ese árbol. Sinceramente tengo una sorpresa que no quiero mencionar. (Se ríe).

P: ¿Por qué se ríe?
R: No me parece que por envidia o antipatía algunos medios hayan tratado el tema de manera malintencionada.