Las viviendas de caña y unidas por puentes tambaleantes sobre el estero Cobina no son una ilusión. En esas casas pequeñas, inclinadas y maltrechas, habitan personas que conforman el barrio Lucha de los Pobres de la cooperativa Cristal (Guasmo Sur).

Asomada en la ventana de su casa estaba Valencia Patiño. En la mirada, las señas de la tristeza y las manos arrugadas, maltratadas de tanto lavar ropa ajena.

Mientras la tarde entra al crepúsculo, sus palabras son como un mazazo en el rostro. “Estoy medio muerta, no bailé en Navidad ni Año Nuevo, tampoco mis hijos. Estoy enferma y no tengo trabajo”.

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Valencia es una mujer amable, pero directa, no se calla nada. Nació en la ciudad de Esmeraldas hace 54 años y vino a Guayaquil hace 25, siguiendo a su esposo, ya  fallecido, Tácito Vernaza.

Él consiguió un trabajo en esta ciudad, se casaron y  marcharon tras la aventura del puerto. Ahora no hay más que hacer, Tácito tiene doce años de muerto y ella ocho hijos, aunque únicamente vive con los dos menores, Fricson y Felipe Vernaza.

“Necesitamos que nos ayuden. En primer lugar dicen que nos van a botar”, refiere Valencia.

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¿Quién los va a botar? “El Municipio, porque aseguran que esta zona es área verde, todo lo que es salado, justamente donde se asientan muchas casas”.

Junto a la vivienda de Valencia los vecinos fueron llegando, pero es un sitio donde no se puede estar de pie. El lugar está lleno de montones de tierra abandonada que al mezclarse con el agua del estero se convierte en lodo.

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Virginia Casierra (23) asegura que la idea de botarlos del lugar es un rumor que personas desconocidas han propagado, no es algo confiable, sin embargo, los vecinos están intranquilos.

Para Valencia, la gente come mucho cuento. “Bajo nuestra pobreza, con lo poquito que adquirimos hicimos rellenar primero debajo de los puentes.
Necesitamos una escuela por el sector, ya que hay muchos niños que tienen que ir lejos para estudiar”.

Es una historia repetida. Mucho de lo que se observa en el barrio Lucha de los Pobres existe en otros sectores de Guayaquil. La basura en el estero, el desorden, la violencia, el abandono y la gente que reclama por un trato digno.

Valencia vive en el barrio desde hace 16 años. Le ha pasado de todo, desde andar con el agua a la cintura, hasta la caída de su casa. Relata que hace aproximadamente cinco meses hubo un incendio en el sector. Ella se salvó porque junto a su vivienda había un solar vacío. Luego aprovechó para reparar un poco la casa.

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La vivienda es de caña, algunas partes de las paredes internas están forradas con papel periódico pintarrajeado. Adentro hay unos pocos muebles y apenas una división hecha de caña para separar los cuartos.

Con ayuda de su esposo, que trabajaba de carpintero, compró el terreno junto con la casa a una comadre hace 14 años, por ella pagó 1 millón quinientos mil sucres y antes vivió con una tía.

Sobre el rumor que circula en el barrio de que los van a botar, Valencia dice que le parece extraño que luego de 16 años de residir en ese lugar, se entera de que es área verde.

Virginia Casierra tiene dos hijos y habita en el sector desde hace seis años, cargando en los brazos al pequeño Jeremi afirma: “Dijeron que iban a sacar de aquí a todos los que viven en el estero”. Según ella, dos personas que nunca se identificaron llegaron en una camioneta de color café e hicieron una reunión con algunos vecinos.

Elsa Mina Arroyo (40) relata que hace un año apareció su nombre en los diarios para recibir el bono de ayuda para vivienda que otorga el Miduvi. Sin embargo, no ha recibido nada a pesar de tener todos los documentos.

Trabajaba en quehaceres domésticos, pero ahora no, tiene tres hijos y su padre y un hermano la ayudan con la comida mientras encuentra empleo. Triste expresa que para complicar las cosas, el hijo que la ayuda para mantener el hogar está preso en la penitenciaría.

En su casa, ubicada en la Mz. K, solar 8, de la cooperativa Cristal, y con la ayuda de Enis Estupiñán, realizan las reuniones del grupo del barrio de la Coordinadora nacional de mujeres afroecuatorianas de la provincia del Guayas.

Ahí se congregan los domingos 80 mujeres, desde las 16h00. Realizan bingos para reunir fondos y conseguir que funcione el comité del grupo, las necesidades son muchas.

La situación de violencia en el barrio ha cambiado desde hace dos años, asegura Elsa Mina. Su relato mete miedo.

“Las personas extrañas o ajenas al sector podían entrar, pero no salir, o salían en pedazos. Si usted se oponía  cuando le pedían sus prendas personales por ahí mismo le mandaban un cuchillo y quedaba tirado en presencia de todos. Ni la Policía se atrevía a entrar. Por lo menos eso ya ha cambiado”.También recuerda la época de la campaña electoral, cuando el ex presidente Jamil Mahuad y el ex diputado Polo Baquerizo se colocaron las botas y recorrieron el fango de las calles y los puentes malparados de Lucha de los Pobres prometiendo tantas cosas”.