Hoy juegan Panteras de Carolina y Patriotas de Nueva Inglaterra.

Usted podría preguntarse qué tienen en común la NFL, las bandas nasales Breathe-Right y los ronquidos, señaló una mujer sonriente. Para ser honestos, en realidad nadie se lo pregunta.

Las cerca de 100 personas que participan en los eventos de publicidad del Super Bowl han aceptado más o menos el hecho de que se ha buscado relacionar creativamente a objetos inimaginables de la manera más atractiva para los asistentes al partido.

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Esta es, a fin de cuentas, la semana del Super Bowl, y los ronquidos, las bandas nasales y el fútbol estadounidense no tienen en realidad más o menos importancia juntos que una bolsa de patatas fritas, un frasco con dip para las papas y una cerveza bien fría.

De hecho, ninguna campaña, ningún anuncio o espectáculo logra ser tan grandioso como para sorprender a muchas personas en un Super Bowl, debido a que se trata del mayor día festivo extraoficial del país, una explosión de diversiones y festejos que no celebran tanto al fútbol estadounidense, como a la capacidad de los estadounidenses de hacer fiesta.

Uno toma un evento que se centre en la televisión, se le lubrica con cerveza y alimentos chatarra, se le añade el elemento de las apuestas, se le coloca en una fecha exacta en el calendario, y se tiene el festejo estadounidense perfecto, indicó el profesor de televisión y cultura popular de la Universidad de Syracuse, Bob Thompson.

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Cuando alguien pregunta ¿Quién juega?, responder: ¿Qué importa?, no es una falta de conocimiento o de respeto a quien pregunta. Unos 137 millones de personas, aproximadamente la mitad de la población del país, deberán ver por lo menos seis minutos del partido por televisión, y unos 86 millones de personas verán porciones más largas.

La fábrica de frituras Frito-Lay aumentó en 4,54 millones de kilos su producción de productos de maíz y patatas, aproximadamente el 3% más que lo que produce en una semana normal.

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Los estadounidenses gastarán unos 2,5 millones de dólares en frijoles enlatados en esta semana, más del doble de lo que normalmente compran.

En un recuento más o menos inesperado, una empresa encargada de calcular cifras para corporaciones en Estados Unidos señaló que estas sufrirían pérdidas de hasta 821 millones de dólares en productividad laboral debido a que varios empleados se quedarían cerca de los tanques enfriadores de agua para conversar sobre el partido.

Es casi seguro que no todas estas personas hablarán del Super Bowl. Quizás ni siquiera conversen sobre el evento.