Orientales juegan hoy en el estadio Chillogallo frente al Dep. Quito.

En la última semana de agosto de 2003, René Higuita fue condenado a seis fechas de suspensión en Colombia. Un control antidopaje dio positivo por indicios de cocaína. Era el inicio de un año turbulento, como la mayoría desde que se hizo famoso por el fútbol.

Esa constancia en cada capítulo de su vida lo hace lidiar con la fama, con su propio carácter, con la esperanza de los hinchas que lo aguardan con mucha expectativa en cada equipo en el que milita.

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Lo mismo pasa esta ocasión en que el Aucas lo llamó para llenar estadios. El estratega Luis Fernando Suárez lo siente así, pero si no confiara en su calidad de atajador perenne, –dice– no lo habría llamado a formar parte del equipo.

Sus escándalos se muestran como un velo traslúcido ante sus hazañas: el escorpión, el gol de tiro libre a River Plate, sus cuatro penaltis atajados en la final de la Copa Libertadores –y por si fuera poco– el penalti anotado en esa serie que dio el título al Atlético Nacional de Medellín en 1989.

Higuita es un revolucionario confeso. Por ese estigma de inventor, de hombre que no se conforma con las normas del arquero común que espera el balón, sino que lo sale a buscar, se ganó el sobrenombre de Loco o de Payaso en su país. Pero, dejaron de decirle Payaso, cuando se dieron cuenta de que el arco se puede defender más afuera que adentro.

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Está seguro de que aquel que innove arquetipos lo tildarán de loco. Sonríe precipitadamente al lanzar el comentario afilado, los dos lunares de la mejilla izquierda parecen revolotear en el pesado aire quiteño. Han pasado casi 17 años de sus primeros pasos con Pacho Maturana, el hombre que le permitió hacer esas locuras.

Hasta que llegó el momento fatídico de su filosofía de riesgo. En el partido contra Camerún, en Italia 1990, salió del área dominando el balón. El león, Roger Milla, sacó la garra y plaf: le hizo un gol. Colombia fue eliminada. En 1994 se perdió el Mundial de Estados Unidos porque estuvo en la cárcel: le descubrieron que había recibido una parte del rescate de una niña que había sido secuestrada.

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Él no se arrepiente y la gente lo sigue adorando. Le importó poco los comentario ácidos de la prensa colombiana cuando visitaba a amigos relacionados con la mafia de Medellín.

Óscar Villarreal, el nuevo refuerzo de Aucas, aún recuerda cuando estaba triste porque no era titular en Unión Magdalena, en el 2000. Se le acercó Higuita y le dio un par de consejos anclados a la idea de superación. Villarreal, cuatro años después, fue contratado para jugar en Ecuador.

Así como es polémico, Higuita es buen jugador de fútbol. Aunque ahora la sombra de los años le da directo en el rostro. Hay gente como el relator Jorge Espinoza (radio Sensación) que lo ve con recelo. No por los desatinos, sino por su edad.

Pero cuando se piensa en sus 37 años, se viene a la memoria la imagen: septiembre 7 de 1995, Colombia juega contra Inglaterra en el estadio de Wimbley. Al minuto 22 dispara Jamie Redknapp. René Higuita salta, levanta sus pies como un escorpión y rechaza prodigiosamente la pelota. ¡Eso no lo hace cualquiera!

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MUY PERSONAL
José René Higuita Zapata
Nació: Medellín (Colombia), el 28 de agosto de 1966.
Estatura: 1,76 metros
Peso: 82 kilos
Casado: Con Magnolia Echeverry.
Hijos: Cindy Carolina (16), Andrés René (14) y Pamela (13).
Equipos: Atlético Nacional de Medellín (1987-1991), Real Valladolid (1992-1993), Atlético Nacional de Medellín (1994-1996), Veracruz  (1997-1998), DIM (1999),  Unión Magdalena (2000), Junior de Barranquilla (2001), Deportivo Pereira (2002), Itaguí, de la
segunda división colombiana (2002).
Pase: le pertenece a Morelia (México). Nunca jugó allí,
pero el equipo mexicano adquirió su pase al Veracruz.