Hasta aquí nunca me he intoxicado, hace seis meses estoy aplicando estos productos y nunca me ha pasado nada, a pesar de la información que he escuchado. Mi jefe no me da los elementos de protección y no tengo ningún seguro médico, nunca me han enseñado qué es lo que tengo que hacer. Cuando termino mi faena voy al río y me baño con todo; lo que sí hago es revisar de vez en cuando la bomba de fumigar para que no tenga escapes, explicó Domingo Bajaña, trabajador rural de la zona de Lomas de Sargentillo.

Domingo inicia su labor a las siete de la mañana y la culmina a las once de la mañana, faena por la que recibe una remuneración de 4 dólares por fumigada y si se trata de desherbar gana 3 dólares.

Haciendo un recorrido por varias regiones, pudimos apreciar la misma situación de Domingo, los agricultores no ignoran lo que les sucederá más adelante si no usan  protección en su faena diaria. El principal argumento es el calor y la incomodidad en la protección, seguida por la falta de dinero para comprar los implementos.

Publicidad

Serapio Arana, vicepresidente de CropLife Ecuador (Asociación de la industria de la ciencia de los cultivos), indicó que a pesar de las múltiples campañas que se han emprendido en la Costa, la condición climática ha impedido que los agricultores se acostumbren a utilizar protección. Argumentó el directivo que tanto la asociación como cada una de las empresas que expenden agroquímicos dan constantemente charlas de protección,  observando que esas normas solo se aplican por momentos.

La asociación, explica Arana, ha emprendido desde hace tres años una campaña sobre manejo de uso seguro de los productos en el plan América, donde han obtenido buenos resultados, igualmente en la zona del Carchi, donde el problema era más latente en los productores de papa. La dificultad, acota, es que las personas de edad se resisten a hacerlo porque siempre han estado acostumbrados a trabajar así, lo que ha motivado al gremio a iniciar el trabajo de capacitación con las escuelas rurales.