El bello y carismático rostro de Julia Roberts vuelve a iluminar la pantalla con su nueva entrega, La sonrisa de Mona Lisa, una película que no solo protagoniza la novia de América, sino que también  se ha convertido en un negocio familiar donde su marido, el cámara Danny Moder, está al frente de la segunda unidad de un trabajo hecho a su medida bajo el sello de su recién creada productora, Red Om.

El filme, bajo la dirección del británico Mike Newell (entre cuyos títulos figuran Cuatro bodas y un funeral y Donnie Brasco y estará al mando de la próxima película de Harry Potter), relata una historia muy bien ambientada en los años 50, precisamente en la cúspide de la revolución femenina en la sociedad norteamericana.

Katherine Watson (J. Roberts) es una profesora de historia del arte, de mentalidad independiente y feminista, que se une al elitista y ultraconservador Wellesley College, en Nueva Inglaterra. Al establecer contacto con las alumnas -adolescentes de la alta y rancia burguesía bostoniana-, Katherine se percata de que la institución es retrógrada; que la educación no es la adecuada; que la elevada preparación de sus estudiantes es solo un disfraz; y, sobre todo, que se les inculca, como gran meta, el matrimonio, en el que deben ejercer el papel de “esposa perfecta”.

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La docente “liberal” intentará entonces despertar la inquietud intelectual de sus discípulas y mostrarles un mundo profesional más allá de las cuatro paredes del hogar.

Cuando Katherine se enfrenta a las estudiantes y promueve sus ideales de independencia, surgen varias reacciones: por un lado, está Betty Warren (Kirsten Dunst), quien se ha casado para ser esposa devota y se convertirá, por supuesto, en su principal adversaria. Por otro lado, Joan Brandwyn (Julia Stiles), quien espera con ansiedad el día de su boda, pero que a la vez es convencida por su maestra de priorizar su carrera universitaria. Además, se encuentran Giselle Levy (Maggie Gyllenhaal) y Connie Baker (Ginnifer Goodwin) que tomarán el ejemplo de Katherine para cada una salir adelante y romper la rígida estructura social que las envuelve.

Como todo melodrama, la historia es sencilla y el guión se desarrolla simplemente con fluidez, tornándose un tanto predecible.

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Aquí Mike Newell utiliza la enigmática sonrisa del cuadro de Leonardo Da Vinci como metáfora que la profesora pone a sus alumnas: en la vida, como en el arte, es preciso cuestionarlo todo.

La Sonrisa de Mona Lisa ha sido catalogada de muchas formas: como una nueva versión de la película protagonizada por Robin Williams, La Sociedad de los Poetas Muertos; como una película feminista; o como un simple “cliché”. Y es que Mona Lisa divierte y entretiene, pero se percibe que la profesora progresista que interpreta Julia Roberts quiere vestirse de galas más solemnes y ser vehículo de mensajes más comprometidos e inteligentes.

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Da pena que el enorme talento de esta actriz se desperdicie en un filme que está por debajo de sus capacidades.