La Casa Blanca rechazó el jueves las llamados para realizar una investigación independiente sobre las armas de destrucción masiva iraquíes que justificaron la guerra en ese país, una constante que podría afectar la aspiración del presidente George W. Bush de ser reelecto.
Aunque una investigación realizada por su aliado británico exoneró al primer ministro Tony Blair de las acusaciones de que engañó a su país para ir a la guerra, altos funcionarios en Washington no quieren dar ningún arma política a la oposición demócrata.
Por segundo día consecutivo, los principales asesores de Bush afirman que ninguna investigación al respecto puede concretarse hasta que la búsqueda de largo plazo de las supuestas armas químicas y biológicas de Iraq se complete.
"Cuando tengamos un análisis completo que nos permita comparar lo que sabíamos cuando fuimos con lo que sabemos ahora (...) será hora de investigar", dijo la consejera de seguridad nacional de la Casa Blanca Condoleezza Rice a la cadena de televisión CBS.
La consejera estadounidense para la Seguridad Nacional, Condoleezza Rice, también explicó que aún había ""mucho para hacer", justificando así el hecho de que la Casa Blanca se negara a realizar la pesquisa.
Sin embargo, reconoció que los servicios de inteligencia norteamericanos "tenían sus límites".
"Saddam Hussein ya había utilizado armas de destrucción masiva, había atacado dos veces a sus vecinos, autorizaba la presencia de algunos terroristas en su país y financiaba a otros" en el extranjero, afirmó.
Por su parte, el portavoz presidencial Scott McClellan afirmó que la Agencia Central de Inteligencia (CIA) está realizando una investigación interna, pero descartó la posibilidad de una pesquisa externa hasta que el Grupo Investigador de Irak (ISG) termine la búsqueda que realiza sobre las armas iraquíes.
"Es importante dejar que el Grupo Investigador de Irak complete su trabajo y recoja todos los datos", agregó McClellan, que se negó a predecir si la investigación terminaría antes de las elecciones del 2 de noviembre.
Pero el fracaso en la búsqueda de tales armas llevó a Bush y sus principales asesores a abandonar sus certezas al respecto y en su discurso de principios de este mes sobre el Estado de la Unión, el mandatario se refirió vagamente a "programas de actividades relacionadas con armas de destrucción masiva" en Irak.
La Casa Blanca se vio forzada además a realizar una amplia operación de control de daños por las declaraciones del ex director del ISG, David Kay, en el sentido de que es improbable que el grupo encuentre evidencias de la existencia de un arsenal de armas prohibidas en Iraq y su llamado a realizar una investigación independiente sobre lo que calificó de falla de inteligencia de alcance global.
Altos funcionarios de la Casa Blanca usaron varios contra-argumentos contra críticos que aducen que el gobierno recibió información de inteligencia errónea o deliberadamente la manipuló para justificar una guerra que ya había decidido.
"Fue la conclusión de nuestros servicios de inteligencia, la conclusión de servicios de inteligencia de otras partes del mundo. Fue la conclusión de muchos altos funcionarios de inteligencia que ni siquiera apoyaron la guerra en países que ni siquiera apoyaron la guerra, que él (Hussein) tenía armas de destrucción masiva", según Rice.
Los asesores de Bush afirmaron también que el gobierno del ex presidente Bill Clinton había llegado a las mismas conclusiones, y llegaron incluso a decir que fueron los medios de comunicación los que exageraron la amenaza, no las autoridades.
"Creo que algunos medios decidieron usar el término inminente . Esas no fueron palabras que nosotros usamos. Nosotros usamos grave y creciente amenaza", reiteró McClellan a principios de la semana.
Pero aunque Bush nunca haya calificado al Iraq de Saddam exactamente en términos de "amenaza inminente", dijo que era "urgente" el vicepresidente Dick Cheney la llamó "mortal" y era "inmediata" para el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld.
La oposición demócrata ataca a Bush por el creciente número de bajas en Irak así como por presionar y distorsionar las razones para ir a la guerra.
Pero el resultado político es incierto: una encuesta realizada antes de las declaraciones de Kay, señala que 65% de los estadounidenses cree que la guerra fue la decisión correcta, aunque solamente 22% dice que las cosas van bien en Irak.