Tenemos varios honores internacionales ganados a pulso lo cual, claro, nos produce honda satisfacción.

Ostentamos, por ejemplo, el mérito de estar entre los países más corruptos de América, algo que nos ha llevado más de una larga década de esfuerzo sistemático que, ¡por fin!, fue reconocido por algunos organismos que se dedican a la transparencia.

Estamos también, creo, entre los países con los más bajos índices de educación en América Latina, y pronto ganaremos el primer puesto en hacinamiento carcelario.

Vamos ascendiendo entre los países de mayor contaminación ambiental y debemos estar en un sitio de honor entre los pueblos que expulsan a sus nacionales hacia el exterior.

Por récords, entonces, no nos faltan. Debemos, así mismo, tener una posición envidiable entre los pueblos con más número de hospitales, aunque adentro no exista ni un pedazo de gasa para curar a los pacientes.

Mas, como si estos honores no fueran suficientes, de un tiempo a esta parte nos hemos empecinado en otras proezas para hacer que estas consten en el libro de Guinness. A un costo de 400 mil dólares, por ejemplo, se instaló el árbol de Navidad más alto del mundo, obra fundamental que, aunque no esté en libro de los récords, quedó escrita en nuestros corazones.

Ahora, por iniciativa de la diputada Ximena Bohórquez, esposa del Presidente de la República, el mundo, atónito, se apresta a contemplar una hazaña mayor que la del Opportunity en el planeta Marte: la construcción del poema más largo del mundo, en cuya elaboración intervendrán 28.000 estudiantes que, tomados de las manos, escribirán con sus cuerpos un verso en favor de la niñez.

La preparación ha sido ardua. Aprovechando el buen estado físico que les dejó un prolongado descanso de dos meses por el paro del magisterio, los alumnos se han dado a la ímproba tarea de dedicar muchas horas de clase al entrenamiento de la complicadísima composición.

Si bien la idea está impregnada de singular imaginación y revela la superior inteligencia de quien la va a plasmar, la única objeción es la utilización de los estudiantes, algo que no llamará la atención por carecer de novedad.

Si lo que se busca es el impacto, mucho mejor hubiera sido convocar a todos los familiares del jefe de Estado que ocupan cargos públicos, algo que, por sí solo, merece un récord. Ellos, con sus manos entrelazadas, habrían llenado varios kilómetros de cualquier vía y escrito, así, el bellísimo poema que pronto comenzará a aparecer en todos los puentes y carreteras del país: “Otra obra de Lucio”.