Un cielo totalmente despejado, tierras secas y plantas de maíz con hojas quemadas por las heladas se observan a lo largo de la carretera que une las provincias de Cotopaxi y Tungurahua; paisaje que se hace más desolador a medida que se ingresa a los campos.

En la parroquia San Pedro de Capulí, en el cantón Píllaro (Tungurahua), aproximadamente a 15 kilómetros al sureste de Ambato, Mercedes Changoluisa y su esposo, propietarios de una cuadra donde cultivan maíz, han perdido casi la totalidad de la siembra que realizaron el 2 de noviembre último y que esperaban cosechar en abril y agosto.

San Pedro de Capulí está rodeada de otras parroquias como San Andrés, San Jacinto, San Miguel, San Antonio, Guapante Chico y Guapante Grande, donde no ha llovido durante más de dos meses, según Changoluisa.

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“Diosito ha mandado la helada y eso ha secado las hojas (...) así pasa, que cuando Diosito manda el agua hay agricultura, cuando no manda se pierde todo”, comentó.

El maíz que cosechan se vende en las ferias de Salcedo, Latacunga o Ambato; pero, ahora, lo poco que producen sirve para alimentar a sus tres vacas.

Los animales también sufren los efectos de la sequía y las heladas. Las vacas, cuenta Changoluisa, “casi no dan leche”. Por falta de lluvia, los pastos empiezan a escasear.

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En Cuchibamba Loma Grande, a pocos minutos de San Pedro de Capulí, Blanca Cunalata, cuidadora de un terreno sembrado de maíz, afirma que en la zona no llueve hace tres meses. Se queja porque el sistema de riego, dice, es “administrado por un presidente de la Junta de la parroquia que rinde cuentas a ingenieros del gobierno”; servicio que es deficiente y por el que paga entre 40 y 50 dólares al año.

En este sector se siembra coliflor, lechuga, remolacha, tomate de árbol, tomate riñón, papas y mellocos. “De aquí para abajo está todito así como leña chamuscada”, describe. A un kilómetro del lugar, atraviesa un pequeño río cuyo caudal también se ha visto afectado por el clima.

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Las zonas más perjudicadas son las poblaciones vecinas al volcán Tungurahua, cuya situación se agrava con la caída de la ceniza.

Incluso, varios pobladores de los sectores aledaños declararon que existen racionamientos de agua que corre por los canales de riego construidos o semiconstruidos por el gobierno. En muchos de los casos se cobra por el servicio, denunciaron.