Parece una exageración, pero no lo es: el mundo vive pendiente de la buena o mala suerte de nuestras islas Galápagos. Especialmente el hombre de los países de mayor desarrollo cultural estima como si fueran propias las Islas Encantadas. Toma casi al pie de la letra su calidad de Patrimonio de la Humanidad. Su condición de milagro propio, de herencia universal, al archipiélago volcánico surgido en medio del mar y en el que subsiste la mayor biodiversidad. Animales y vegetales imposibles de hallar en otros lados.

Por esa y muchas otras razones, tienen lugar continuamente congresos, mesas redondas y estudios de científicos y ecologistas que buscan la mejor forma de preservar este tesoro. El más importante certamen efectuado en nuestro país tuvo lugar hace un quinquenio en el Archipiélago y reunió a científicos, ecologistas, conservacionistas, periodistas, representantes de los pescadores, promotores del turismo, autoridades del Parque Nacional Galápagos, de la Fundación Charles Darwin y un etcétera largo.

Al final del encuentro ‘Galápagos y la prensa’ se suscribió un documento donde se identifican los factores que han influido negativamente sobre las islas. Los principales son:

1. El constante aumento de la población, por asentamientos que rompen el equilibrio ambiental. 2. La introducción de especies animales y vegetales extrañas al entorno. Animales como el chivo, el perro y el gato, que se han tornado en salvajes y destructores de la flora y la fauna. 3. La sobreexplotación de la pesca o su práctica indebida. 4. Deficiencias o excesos en el número o el tamaño de las embarcaciones turísticas y otros aspectos conexos.

Todos estos factores han sido tomados en cuenta en el curso del gobierno de las islas por el Instituto Nacional Galápagos, la Fundación Charles Darwin, la Junta de Manejo Participativo y los pobladores del Archipiélago, entre otros organismos.

Pese a ello, se ha puesto en vigencia, mediante Decreto Ejecutivo un nuevo Reglamento Especial de Turismo en sus Áreas Naturales Protegidas que –según criterio generalizado– viola la Constitución y se contrapone a la Ley Especial de Galápagos, en perjuicio de la biodiversidad de las islas.

“Con este decreto se sienta un nefasto precedente para la administración y el manejo de las áreas protegidas de Galápagos, rompiéndose así el principio de participación local, eje esencial de manejo en la Provincia”, dice un comunicado de la Estación Científica Charles Darwin, suscrito por Fernando Espinoza, director ejecutivo.

Ojalá que imperen el patriotismo, la lógica y el buen sentido, para dejar sin efecto esta agresión a una de las áreas más bellas y delicadas que tiene el mundo: las Islas Encantadas.