En las nuevas generaciones de pintores de alta clase, Jimmy Saltos Ordeñana ha ganado un puesto de vanguardia y respeto.

Desde los salones de la Unesco para artistas jóvenes y desde sus primeras muestras en Bellas Artes de Guayaquil, Saltos Ordeñana comunicó admirables valores.

Uno, es la armonía (que consigue) entre una realidad de fuerzas naturales de vigor ecuatorial y marino, con descubrimientos novedosos de abstracción.

Aquello que los cerebros asimilan en sus diarias observaciones, el artista lleva al lienzo con un dominio de geometría y síntesis. No pierde los recursos poderosos del color, los contrastes de la luz cambiante en perspectivas que parecen ondular y palpitar.

De esta manera, la obra de Saltos Ordeñana sale de lo común. Advierte sobre cuánto es posible descubrir en el cuerpo femenino, en las tareas campesinas o en humildes rincones urbanos, en las dimensiones submarinas y aéreas, en la flora múltiple de la patria y en los gestos amorosos de la gente.

El artista crea su universo vital y recio. Lo hace con el dominio de modernas técnicas. Y mientras numerosos suelen quedarse en tamaños de reducidos límites, Saltos Ordeñana busca la amplitud, la composición sugerente por las ricas opciones visuales que integran sus grandes composiciones.

El arte que pudiera llamarse ecuatoriano o tropical del área del Pacífico tiene que entenderse así. Como una traducción de las energías telúricas que han formado y deformado este lado del mundo.

Y no dejar a un lado lo marino en sus secretos más misteriosos. No perder de vista la riqueza plástica de las criaturas marinas y fluviales que Saltos Ordeñana toma como distintivo de sus óleos, acrílicos o acuarelas.

Las trayectorias nacional e internacional de creadores de esta clase, a pesar de su persistencia, tienen que ampliarse. Es necesario proyectar al máximo estos valores en una intensa revolución de nuestras instituciones culturales.

Carecemos de una correcta política cultural en el sentido que queda señalado. Los artistas costeños, si no fuera por sacrificios personales llenos de dificultades, serían absolutamente ignorados hasta por nuestros países vecinos, que sí tienen buena estructura en política cultural como para emitir hasta nosotros sus realidades contemporáneas de arte.

El caso de Saltos Ordeñana, con su renovada experiencia y firmeza de propósitos estéticos, merece más difusión internacional.