¿Tienes enamorado? Es la pregunta que atormenta a muchos chicos y chicas.  Algunos se sienten tan presionados que hasta inventan  un vacile y amarre para aparentar.

¡Pilas! Si alguien te pregunta si tienes enamorado (a) y tu edad se ubica cerca de los 15 años si eres varón y de los 13 si eres mujer, piensa bien lo que vas a responder. Más aún si quien pregunta es un compañero de clase, porque lo que contestes podrá salvarte de las burlas o hundirte en ellas por un tiempo.

Evelyn, de 17 años y estudiante del  colegio Ati II Pillahuaso, es un ejemplo de lo que se puede experimentar por no tener pelado en el colegio.   Hace 5 años sus amigas comenzaron a presionarla para que saliera con alguien.  Ella recién ingresaba al colegio y no sabía que, según ellas, ya se estaba “pasando” de la edad en la que algunos adolescentes, chicos y chicas, piensan que es el límite para “vacilar” o “amarrarse”.

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Las edades para “estar en onda”, como dicen varias alumnas del Colegio Particular Integración, puede ubicarse entre los 10 y 15 años en las mujeres, pero, aseguran, desde los 13 años “ya es una preocupación”.

En los varones la edad no tiene importancia, dicen unos chicos del colegio Ciencia y Fe, aunque por su experiencia y la de sus amigos aseguran que si a los 15 uno no tiene enamorada se lo mira “como alguien raro”.

“Estás caducada”, “te vas a oxidar”, “no estás en onda”, fueron algunos de los comentarios que persiguieron a Evelyn, en su primer año de secundaria. Sus compañeras de clase le preguntaban por qué no tenía enamorado si ella era muy bonita. “El mensaje no era directo, pero en el fondo lo que querían decir era que si a mí no me gustaban los chicos, era lesbiana”, cuenta Evelyn, quien asegura que “aún no ha cedido a la presión”.

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“Cuando quiera tener novio será porque yo decida, por el momento no; quiero que él (quien algún día será su enamorado) espere un poquito”, dice riendo, aunque sin olvidar los días en los que las burlas la incomodaban.

Hacerse la desentendida ya no resultaba y enojarse era peor. Entonces Evelyn decidió, para librarse de las presiones, inventar a Héctor, un enamorado, de ojos claros, alto y rubio, que solo existía en su imaginación.

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“Llené tres chismógrafos (cuadernos que recopilan la vida íntima de un grupo reducido de amigos) con datos inventados de Héctor”, dice. En los chismógrafos, Evelyn detallaba supuestos besos apasionados, paseos románticos y cartas de amor que su enamorado platónico le hacía cada vez que se encontraban. “Solo así logré que me dejaran en paz”, recuerda ahora.

Lo que ella hizo fue una copia de lo que antes habían hecho sus primas, quienes incluso compraban tarjetas o peluches para decir que sus supuestos enamorados se  los habían regalado para reconciliarse. Elsie, de 13 años, del Integración, aún no ha llegado a esas situaciones, pero la idea sí se le ha pasado por la cabeza ante tanta insistencia de sus compañeras. Ella se empezaba a sentir rara y marginada porque sus amigas están “amarradas”. Tuvo su primer enamorado a los 10 años motivada por sus compañeras del quinto grado, quienes la presionaban para que aceptara como pareja a uno de sus pretendientes, un alumno mayor a ella con dos años.

Desde aquella experiencia, que confiesa no le gustó, se había resistido a amarrarse. Ahora que cursa el primer año, ha pensado en “conseguir uno” para librarse de las ironías de sus amigas.

“Lo que hago por el momento es decirles que sí tengo enamorado y cuando me preguntan algunos detalles les respondo, aunque ellas no lo saben, basándome en mi primer novio”, señala y agrega que si no pudiera seguir con la mentira simplemente dirá que ha terminado con su chico.

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Ellos y su karma
Para los varones, especialmente los tímidos, las presiones se convierten en una tortura diaria de sus compañeros. “Hay días en que solo molestan con eso, con tener enamorada. Hay otras veces en que no me dicen nada, pero yo me siento mal, porque aún no tengo y ellos sí”, cuenta Gabriel, del Ciencia y Fe, de 14 años.
Varias veces, para no quedar mal frente a sus compañeros, ha optado por convencer a su prima para que ella se haga pasar como su enamorada en alguna de las fiestas a las que ha tenido que asistir.

“Obviamente no la besaba, pero sí la abrazaba y bailábamos pegados. Era bonita y dejé a mis panas impresionados, mientras mi prima y yo nos moríamos de la risa”, recordó Gabriel. Después de la fiesta, la risa de Gabriel se invirtió, porque su prima le dijo que la actuación no era gratis. “Me cobró 10 dólares que aún los sigo pagando, porque de lo que diariamente me dan mis padres no me alcanza. Pero no me arrepiento, porque desde ese día, mis amigos ya no me molestan tanto”.

Carlos, de 16 años, también del Ciencia y Fe, ha optado por las típicas excusas para salir del paso. “Si voy a una fiesta digo que a mi enamorada no le dieron permiso o que yo no quería traerla para pescar algo diferente, o mejor no voy”, sostiene. Lo malo de mentir, dice Carlos, es que “tus amigos pueden creerte, pero luego uno se siente solitario y que no encaja en el grupo”.

En estos casos, Xavier, de 15 años y alumno del Cristóbal Colón, prefiere decir la verdad. “Les digo que no tengo enamorada, porque aún no me siento preparado y que eso no me hace ni más ni menos varón de lo que yo soy”, recalca.
Xavier cree que se necesita tener bastante personalidad para enfrentar las críticas y tomar las decisiones por sí mismo; así, dice, no se lastima a nadie solo por capricho de otros.

Andrés, de 14 años y alumno del colegio Mariscal Sucre, ignora los comentarios malintencionados de sus compañeros que le insisten que les “pare bola” a las chicas que se le insinúan directamente. “Para mí no hay nada mejor que la música. El que quiera tener enamorada que tenga”, indica Andrés quien no está de acuerdo con inventar romances platónicos para complacer a sus amigos.