Argentina llega a la final con un cupo en los Juegos de Atenas 2004.

Entre los cerros y el mar, allí donde está enclavado el estadio Sausalito de Viña del Mar, expira el Preolímpico Sudamericano Sub 23 y ya hay un pasajero hacia Atenas: Argentina. El segundo surgirá hoy de la porfía entre Brasil y Paraguay. La quieta belleza de Viña invita al análisis y a la reflexión...

Reina lo colectivo. Nos lo decía el gran Elías Figueroa, jugador cumbre en la historia del fútbol chileno: “Hoy reina un fútbol colectivo más que individual. Se aprendió a jugar en equipo, pero se perdieron las figuras, que era el gran atractivo en otros tiempos”. Buena definición, esa ha sido la tónica también en el torneo. Antes el público iba a ver a las estrellas, hoy ve equipos. Y eso quita espectacularidad. Pero hay velocidad, hay entrega, hay goles (se marcaron 81 en 24 partidos, a un excelente promedio de 3,38 por juego).

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Océanos. El Atlántico sigue manteniendo nítida supremacía futbolística sobre el Pacífico, en especial por Brasil y Argentina, que una vez más están definiendo el campeonato. Hace ya un par de décadas que han establecido una superioridad absoluta sobre el resto. Tienen otra velocidad, más dinámica, mejores recursos técnicos. Y aparecen cada vez más despegados del lote de atrás. Los demás pueden ocasionalmente hacer un gran partido, cumplir una buena participación, mostrar algunos valores, pero no les alcanza para llevarse el título.

Balance. La condición de invicto de Argentina lo postula como el equipo más fuerte, aunque su juego no dio como para llamarlo “el mejor”. Mostró, eso sí, una fuerza interior fantástica para imponerse en cada presentación. Y una vez más venció a Brasil, que no es un mérito menor. Con seguridad, van a estar definiendo el título olímpico en Atenas.

Le gustó. “Pensé que Franklin Salas era más jovencito, pero igual me gusta, es un gran jugador”. Palabras de Ignacio Prieto, aquel gran volante chileno de los años 60 y 70, hoy observador de talentos del Cruz Azul de México.

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Madurez. Sin ser espectacular, la participación ecuatoriana fue buena. Presentó un jugador diferente (Franklin Salas), ganó más de lo que perdió y volvió a mostrar su mejor atributo, el que sostiene toda su evolución futbolística: la madurez de su juego.

En peligro. Los técnicos de selecciones mayores que dirigieron aquí asumieron grandes riesgos. Juan Ramón Carrasco volvió a Uruguay en medio de severas críticas. Lo acusan de haber presentado una selección “Que parecía un equipo de barrio”, de “Soberbio” y de haber “Abandonado a sus jugadores”. Los diarios uruguayos abrieron un foro en el que preguntan si debe seguir al frente de la Celeste.

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En peligro II. Juvenal Olmos, técnico de Chile, enfrenta también un momento durísimo. No hay piel entre él y el pueblo futbolero del país. Y la prensa le da para que tenga. La Tercera, el matutino más influyente, tituló ayer: ‘Chile queda eliminado y Juvenal piensa en la renuncia’.

En peligro III. Lo mismo que los anteriores le pasó a Nelson Acosta, DT de Bolivia, que perdió los cuatro partidos acá. Está en el precipicio.

Precavidos. Bolillo Gómez y Richard Páez lo pensaron bien: asistieron al torneo, pero como observadores.

Infraestructura. Chile se mostró como un organizador eficiente y una plaza muy interesante para realizar cualquier tipo de competencias internacionales. Los cinco estadios que albergaron el Preolímpico (La Serena, Coquimbo, Concepción, Valparaíso y Viña del Mar) quedaron impecables. Y no estamos contando a Santiago, la capital.

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Progreso. Debe ser una sensación muy halagadora para el pueblo chileno saber que tienen un país ordenado, políticamente estable, donde funcionan la policía, la justicia y en el que la palabra corrupción no preside todas las noticias. Además, con una economía que no para de crecer: 2003 marcó un récord de las exportaciones al alcanzar los 20.300 millones de dólares.

La anécdota. La contó entre sonrisas el presidente del Senado chileno, Andrés Zaldívar Larraín: “El fútbol tiene un poder maravilloso. Estábamos en medio de un debate muy importante para aprobar el tratado de libre comercio con Corea y tenía que contener a los senadores porque querían postergarlo para irse al estadio a ver el partido entre Chile y Paraguay”. Es el encanto arrasador del fútbol.