Las acusaciones del gobierno de EE.UU. sobre la existencia de un arsenal de armas de destrucción masiva en Iraq sufrieron un nuevo golpe con la renuncia de David Kay, el jefe de la misión estadounidense encargada de localizar ese armamento, en cuya existencia no cree.

Los rumores sobre su dimisión se sabían desde hace tiempo en Washington, donde el descontento de Kay sobre los objetivos de su misión era un secreto a voces.

El viernes, la Agencia Central de Inteligencia (CIA) emitió un comunicado en el que informaba del nombramiento del sucesor de Kay, Charles Duelfer. Durante sus ocho meses al frente de la misión estadounidense, Kay no encontró pruebas concluyentes de la presencia de armas de destrucción masiva en Iraq.

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Ayer, el secretario de Estado norteamericano, Colin Powell, reconoció en Tbilisi, Georgia, la posibilidad de que Iraq no haya tenido armas de destrucción masiva. El funcionario reconoció que Estados Unidos pensaba que el depuesto líder iraquí Saddam Hussein poseía armas nucleares, pero añadió:   Existen interrogantes que necesitan una respuesta: ¿Cuánto había? ¿Cien toneladas, 500 o cero?, preguntó

Tres soldados norteamericanos murieron y seis resultaron heridos ayer al estallar un coche bomba a la entrada de una instalación del ejército en la ciudad de Khaldiya. Previamente, dos efectivos de EE.UU. perecieron en un ataque contra el convoy en el que viajaban en Falluja.