Néstor Enrique Chávez tiene 85 años y es manabita de nacimiento, pero se considera un ‘guayaco’ más, ama a Guayaquil, donde ha vivido medio siglo.
Chávez recuerda aquella ciudad sencilla –con casas de construcción mixta (madera y cemento) y de solo tres o cuatro pisos– que vio cuando arribó con su esposa, allá por los años 50, y se hospedó donde unos primos.

Chávez llegó primero a Brasil y la Séptima. Se acuerda que el lugar era puro lodo, no había asfalto. Tampoco había muchos habitantes; con el transcurrir de los años empezó a poblarse con gente que llegaba de otras provincias.

La idea de vivir independiente lo obligó a buscar una casa en la Sexta y Maldonado, donde reside desde hace cuarenta años.

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Comenzó a vender confites y abarrotes, pero hace 30 años ideó la forma de ganarse unos sucres más: se puso a vender caldo de salchicha.

Pero la hora de la venta es diferente a las demás. Mientras la mayoría de los negocios de la ciudad comercializa este plato en la mañana, Chávez inicia la venta recién a las 17h00. Asegura que le va bien, porque este plato no es muy ofrecido en las tardes.

Desde las 14h00 empieza a preparar el fogón con tablas y maderas que le regalan u obtiene de las casas viejas que han sido demolidas.

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En una olla grande coloca los kilos de salchicha, bofe y morcilla, que le alcanzarán para unos cien platos que venderá hasta las 20h00. Con un cucharón de madera remueve cada cierto tiempo el embutido y con un cuchillo corta para constatar si está lista para comer.

Como buen manabita, no olvida poner verde o maduro cocinado al plato de salchicha, acompañado del ají.

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Chávez añade que se le ocurrió venderlo en la tarde, porque la mayoría de los negocios de la ciudad lo comercializa en la mañana.

“Una vez vendimos en la mañana y no nos funcionó; no hay mucha gente en esta zona, pero en la tarde llegan todos a comer y compran y se llevan en tarrinas su porción de salchicha”, refiere.

Su hijo Wilson Freddy es quien lo ayuda en la compra y cocción del embutido. La olla hirviendo y el olor a salchicha ya es un anuncio a los moradores del sector de la Sexta y Maldonado que pronto estará el caldo. Cada plato lo ofrece por 70 centavos de dólar.

El tripaje lo compra en la mañana en el camal. La venta es todos los días, incluso en  feriados, donde hay más gente.

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Chávez recuerda que hace años el sector era considerado zona roja debido a los robos que se daban, pero que a medida que se eliminaban las casas viejas y abandonadas, que servían de guarida para los delincuentes, el lugar se volvió más tranquilo.

Le agradan los cambios que se han dado en Guayaquil en lo que se refiere a la regeneración urbana, pero espera con ansias de que también lleguen a sectores marginales. Mientras, él continuará con la venta de su plato dándole su toque manabita para deleite de los que gustan del caldo de salchicha de Don Enrique.