El patriarca Bartolomeo I, máximo líder espiritual de la Iglesia Ortodoxa, reclamó el sábado el fin del embargo a Cuba para que esta pueda   respirar libremente en su interior. 
 
Invitado a la isla para consagrar una catedral de esa denominación religiosa, el sumo sacerdote asistió a la inauguración de una exposición de esculturas y allí tomó la palabra.
Tras referirse a la muestra artística con su mensaje de tregua y paz, típico de las antiguas Olimpiadas, el patriarca exigió aprovechar la ocasión de los juegos mundiales este año para lograr el cese   del aislamiento de este país por el bloqueo comercial. 
 
Cuba tiene "el derecho de respirar libremente tanto en su interior como en su exterior, en sus relaciones comerciales, culturales... con los demás países de la comunidad internacional", agregó Bartolomeo. 
 
"Esperamos pues que esta oportunidad no ha de pasar sin un resultado bueno", reclamó el religioso. 
 
Desde la década de 1960, Washington impuso sanciones a la isla para presionar por cambios en el sistema comunista. 
 
Mientras Bartolomeo hablaba en el Museo de Bellas Artes, diplomáticos estadounidenses organizaron una recepción a la que invitaron a feligreses ortodoxos y disidentes. 
 
Aunque la Oficina de Intereses de Washington también convocó a Bartolomeo, éste no asistió. 
 
"Es básicamente algo para los ortodoxos norteamericanos que vinieron a Cuba, igual que los turcos y los griegos fueron atendidos por sus embajadas", explicó Benjamin Leavenworth, portavoz del patriarca. 
 
Las autoridades cubanas no consideran opositores a los disidentes, sino que los ven como mercenarios financiados desde Estados Unidos en medio de la rivalidad política de cuatro décadas. 
 
En marzo pasado 75 activistas fueron enjuiciados y ahora el Consejo de Iglesias de Estados Unidos, del cual son miembros los ortodoxos, anunció que aprovecharían esta visita para pedir clemencia para los encarcelados. 
 
A la recepción estadounidense asistió, entre otros, el opositor Oswaldo Payá, quien entregó al arzobispo Demetrios de Nueva York un mensaje en el cual pedía al patriarca su bendición para la causa de los disidentes. 
 
Varios cientos de fieles arribaron a la isla para participar de la consagración de la catedral este domingo, el punto más destacado de la agenda del patriarca, jefe religioso de unos 300 millones de personas en todo el mundo. 
 
Bartolomeo y Castro cenaron juntos la noche del viernes, fuera de todo programa. 
 
El sumo sacerdote llegó al Hotel Nacional, donde tenía una comida con algunos feligreses, y Castro se presentó minutos después, confirmó Leavenworth. 
 
El ex rey de Grecia Constantino también se les sumó, invitado por los ortodoxos a Cuba. 
 
La cena hasta la medianoche fue el colofón de una jornada _ la del viernes _ llena de cambios en el programa y entrevistas postergadas, como la prevista con el cardenal católico Jaime Ortega, quien dejó 40 minutos esperando al patriarca antes de concertar otra cita posterior en otro lugar. 
 
Bartolomeo viajó a Cuba el miércoles para aceptar el regalo del gobierno cubano de la catedral financiada por la isla. 
 
La Iglesia Católica ha protestado durante años por esta razón, pues a ellos no se les permite construir nuevos templos. 
 
El sumo sacerdote aprovechó la mañana del sábado para recorrer un hospital pediátrico donde donó sillas de ruedas y un colegio para niños minusválidos.