El aumento salarial del 4,4% será para quienes trabajan en las áreas de la pequeña industria, agricultura y maquila, principalmente.

El ingreso mínimo que recibirá un trabajador del sector privado a partir de este mes será de 143,62 dólares, según el Ministerio de Trabajo.

Esta cifra incluye los 8 dólares de los componentes salariales que aún no se incorporan a la remuneración básica unificada de $ 135,62.

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El ingreso, que incluye los 4,4% del incremento salarial para este año, rige para quienes trabajan en las áreas de la pequeña industria, agricultura, maquila, entre otras.

Las personas que ganen más de 135,62 dólares no recibirán el aumento. Este monto no se aplica para quienes prestan el servicio doméstico, pues en este caso el ingreso mínimo es de 50,91 dólares.

Los operarios de artesanía también reciben otra cifra: 62,42 dólares.

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El Ministerio de Trabajo aún no termina el cálculo de los incrementos por sector, pues se trata de 113 tablas, donde consta la remuneración básica unificada que debe recibir cada empleado, según la actividad que desempeña.

Los empleadores, una vez que se publiquen las nuevas tablas en el Registro Oficial tienen la obligación de exhibirlas en un lugar visible. De lo contrario, las autoridades laborales emitirán las multas a los infractores.

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Según la publicación PulsoEcuador los ecuatorianos destinan sus ingresos principalmente a alimentos y bebidas no alcohólicas, servicios básicos y educación.

Reyes: Lo que gano no me alcanza ni para comprar los útiles

Cynthia Flores Rodríguez
Redactora

Isabel Reyes, de 42 años, no conoce otro mundo que no sea la Isla Trinitaria. Aunque le gustaría visitar el Malecón 2000 o llevar a sus hijos a un parque, sabe que los 45 dólares que gana al mes debe invertirlos en sus necesidades básicas. Gastar 25 centavos en pasaje para ir a un paseo y otros 25 para el retorno es para ella impensable.

Sus ojos se humedecen cuando recuerda las innumerables veces que sus hijos Evelin, de 7 años, y César, de 13, le piden dinero para comprar útiles escolares. “Se me parte el corazón, pero debo decirles que no tengo”.

Evelin le dice que fíe, pero a veces no es posible, pues ya está endeudada con el dinero para la comida. César, en cambio, no puede disimular su enojo. “Me da vergüenza que me regresen del colegio porque no llevo los útiles”, dice molesto mientras mira a su hermano mayor Pedro, de 16 años, que dejó de estudiar por falta de dinero y que, de vez en cuando, trabaja en las tardes cargando bultos para obtener un ingreso adicional.

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Isabel se siente impotente porque pese a que trabaja de lunes a viernes en la maternidad Camino al Sol, limpiando el lugar y lavando las sábanas que se ensucian de sangre durante los partos, no puede llevar más dinero a su casa.

De los 45 dólares que gana, 20 los destina mensualmente al pago de un televisor de 14 pulgadas, que “es el único entretenimiento que tienen mis hijos”. En energía eléctrica gasta 2,85 dólares.

Su esposo César Franco realiza actividades de carga en un depósito industrial. Gana 2 o 3 dólares al día cuando hay qué cargar.

Si Franco consigue trabajo, el desayuno será mejor y podrán comer pan; de lo contrario, como ayer, consumen tortilla de verde. El almuerzo también varía según el dinero que tengan. Puede ir desde una sopa de queso y, en el mejor de los casos, pescado. La merienda es infaltable “porque los niños no pueden acostarse con el estómago vacío. Cuando hay, comen un arroz con huevo y, cuando no, agua de anís y un verde”, indica.

Su casa, ubicada en la cooperativa Camino al Sol de la isla Trinitaria, tiene las paredes de cemento. El piso es solo de piedra y en el lugar están dos camas hechas con tablas.

Tienen además una radiograbadora y una pequeña cocina. Compra un cilindro de gas al mes, lo que significa un egreso adicional de 1,60 dólares. “Me hace falta una nevera”, dice mientras su hija Evelin se recuesta en sus piernas y confiesa que “de grande quisiera estudiar en el centro (de la ciudad)”.

Isabel, quien además lava ropa, aún no recibe el sueldo de diciembre, pues “si a los médicos no les pagan, yo tampoco cobro”. Dice que “no me avergüenza ser pobre, pero me apena no poderles dar más a mis hijos”.