Soy un puentero caminante otra vez, cerca de los ríos y de la gente necesitada. Son casi dos años desde que una bacteria agarrada en Camboya me dejó paralizado. He aprendido todo de nuevo, y ahora estoy libre de ir y venir, cruzar ríos y conectar pueblos. Al momento estamos construyendo puentes en Camboya y en Ecuador, y pronto también en la República Democrática de Congo, África Central.

No puedo cargar tubos pesados, ni correr, ni colgarme de los cables como antes, pero puedo seguirle a mi sueño y pacientemente tejerlo en puentes para los pobres. Eso es más de lo que podía haber esperado, y agradezco a todos quienes me ayudaron a volver.

Retorno al Ecuador
Ecuador se ha vuelto mi segunda patria hace mucho tiempo. Desde muy el comienzo en 1987, su pueblo me ha ayudado a hacer realidad este sueño de los puentes: indígenas y colonos de la Amazonía, serranos y costeños, petroleros con su chatarra, camioneros, empleados de gobierno, periodistas e innumerables muchos más.

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Una empleada en el correo nacional lo dijo así: "Toni, yo no puedo ayudarte allá en la selva, pero déjame pagar esta estampilla por ti". Cuando llegó el momento de compartir este invento ecuatoriano con otros países, por tres ocasiones los militares nos llevaron en aviones de la Fuerza Aérea Ecuatoriana para ayudar en desastres en Colombia, Costa Rica y Honduras. Y cuando estuve prisionero en mi propio cuerpo en un lejano lugar al otro lado del mundo, esta nación pedía por mi recuperación.

Apenas salí del Centro Médico Princesa Sirindhorn en Tailandia, regresé al Ecuador para ayudarle organizar a mi antiguo colega Ecuatoriano Walter Yánez una nueva serie de puentes en su país.

Nos tomó tres meses y muchas dificultades de aduana para retornar nuestros viejos camiones grúas y equipos de soldar desde Centroamérica, a donde habíamos ido a ayudar en el huracán Mitch de 1998.
 
Encontramos cable de acero en los contratistas privados como Schlumberger, Agip, H&P Drilling, Perenco, Drillfor. La Cemento Nacional ofreció los necesarios 10.000 sacos de cemento a USD 1.50 por saco en vez de los normales USD 5,50 para que las comunidades beneficiarias del país pudieran pagar los 120 sacos por puente. El Consejo Provincial de Pichincha nos prestó un patio para la prefabricación en Santo Domingo, idealmente localizado en el centro del país.

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En septiembre del 2003 todo estaba listo. El Presidente de la República, Coronel Lucio Gutiérrez, había sumillado favorablemente nuestro pedido de 5.400 m de tubería usada para 100 puentes, y Petroecuador estaba por entregarnos la primera carga de tubería como lo habían hecho ya tantos años antes. Pero entonces algo inesperado sucedió.

Puntos de vista
Me llamaron a una reunión con dos oficiales de Petroecuador y con dos personeros del Ministerio de Energía, uno de ellos un subsecretario, quien me dijo: "Esta tubería que usted está pidiendo pertenece a Petroecuador. Petroecuador pertenece al Gobierno, y por eso usted tendrá que construir estos puentes en nombre del Presidente Lucio Gutiérrez, con rótulos e inauguraciones".

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Quedé perplejo. No creía que el Sr. Presidente se rebaje a esto, y aún no lo creo. Hasta los niños en Ecuador saben que nosotros construimos puentes con chatarra petrolera donada por Petroecuador.

"No puedo hacer esto, Señor Subsecretario. Estos son los puentes de los pobres, son ellos quienes trabajan, quienes traen la arena, piedra, madera. Eso es más del 50% del total. Ellos se esfuerzan, sudan y sufren por su puente. No veo la razón porqué quitarles este orgullo y aprendizaje".

El Subsecretario estaba visiblemente molesto: ¿"Porqué no quiere trabajar con este gobierno? ¡A Usted una de estas ONG extranjeras le habrá dado instrucciones de no trabajar con nuestro gobierno..!".

"No, no..." Él realmente no comprendía. "Yo no dependo de ninguna ONG, ni gobierno, compañía, iglesia, institución alguna. Soy un hombre libre, y simplemente deseo ayudar a los necesitados".

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La oficial de Petroecuador salió para traer el presidente de Petroecuador a la cada vez más delicada reunión. Cuando regresó lo excusó por estar con una delegación extranjera, pero que obviamente Petroecuador tenía que seguir los deseos del Sr. Ministro. El viceministro se había compuesto y se levantó. "Así que, Sr. Toni, cordialmente lo invitamos. Piénselo".

Todos los siguientes pedidos al Sr. Ministro para cambiar de opinión fallaron, y cualquier transferencia de tubería hacia nosotros quedó bloqueada. Retorné a trabajar en Camboya, mientras que durante los siguientes meses intentábamos conseguir tubería de otras compañías en Ecuador, sin éxito. Finalmente decidimos comprar tubería comercial y así por lo menos construir los puentes ya prometidos.

Con la tubería en sus manos, Walter construyó 5 puentes en algo más de un mes, junto a la ansiosa población. El equipo ecuatoriano unipersonal está funcionando espléndidamente, guiado por el sistema de construcción de puentes a distancia, desarrollado durante mi año en el hospital. Un sistema que muy pronto será expuesto a una seria prueba en una de las regiones más peligrosas y difíciles del África Central, donde se masacraban Hutus y Tutsis.
 
El hombre de Shabunda, RD Congo
Milambo Ngongo vio un documental sobre nosotros en el canal francés TV5 en la ciudad de Bukavu, República Democrática de Congo. Buscó durante dos meses cómo contactarnos. Finalmente llegó su e-mail:
 
"Soy originario de Wakabango I, zona de Shabunda, provincia Sud-Kivu. La ocupación guerrera por Rwanda que acaba de terminar dejó mi región acabada, destruida. Ya no quedan hospitales, ni escuelas, ni puentes y ningún vehículo jamás llega hasta allí. Imagínese un ambiente donde la gente no tiene ni siquiera sal para cocinar, ni jabón, donde las mujeres dan a luz bajo los árboles. La populación vive en condiciones de existencia infrahumana sobre esta tierra. Hay grandes ríos como el Ulindi, Simunambi, Kilombwe, Musaligulo, Kama, Elila y tantísimos más, donde los cocodrilos se alegran cada día que una canoa se vira o se rompe para devorar humanos. Venga a ayudarnos, venga, venga".
 
Cuando comencé a investigar estos lugares en el internet, me sentí avergonzado. No tenía idea de lo que realmente estaba ocurriendo en África Central, en los países de Ruanda, Burundi y el este de Congo. Aprendí sobre los Hutus y Tutsis, sobre el genocidio, los millones de refugiados, los brutales Interahamwe, los Mai-Mai y el mismo ejército congolés, todos dejando atrás su estela de desolación total, pueblos en llamas, civiles ejecutados, cortados en pedazos, quemados o enterrados vivos.

Aunque la guerra se ha calmado hace unos meses, todavía es demasiado peligroso para un blanco ir a Shabunda, una región del tamaño de Suiza. Encima, hay la vacuna obligatoria de fiebre amarilla, la cual puede desencadenar una nueva parálisis total por Síndrome de Guillain-Barré, lo cual no creo tener la fuerza de enfrentar por una segunda vez.

Así que Milambo Ngongo, 52, vino a Camboya, trayendo consigo a un tal Mwanga Lupali, 48, camionero y mecánico de Shabunda. El Primer Ministro camboyano Hun Sen había inmediatamente acogido la idea de que en Camboya se entrenen futuros puenteros. Ya el primer día pude ver que Mwanga no era un hombre común. Cuando había recibido la invitación, se despidió de su mujer y sus siete hijos. Se fue donde el dueño del camión en Bukavu y dijo: "Señor, renuncio". El dueño lo rogó quedarse. Mwanga le dijo: "Tengo que irme. Simplemente tengo que irme".

Es una imagen esperanzadora el ver un sobreviviente de la horrenda guerra en el Congo aprender de los sobrevivientes del horrendo genocidio en Camboya. Para los niños aquí es la primera vez que ven a un hombre negro, y su risa bondadosa con dientes muy blancos son toda una atracción. Los campesinos y mis dos colegas Sopul y Sopoan solamente hablan Khmer, Mwanga habla Swahili y algo de francés. En medio de su pobreza, los camboyanos son increíblemente hospitalarios, y todos lo respetan y él los respeta.

Cuando miro el puente que están construyendo juntos, veo que los pobres africanos están aprendiendo de los pobres asiáticos una solución que nació de los pobres amazónicos. Y todos ellos comparten lo que tienen. ¡Y tienen mucho: tienen su fuerza, su dignidad, y tienen su esperanza de un mañana mejor!.

El extraño caso de la desaparición de Toni el Suizo
Esta semana se levantó un revuelo en Ecuador después de que un artículo de prensa mencionó "el extraño caso de la desaparición de Toni el Suizo". Luego otros periódicos y programas de TV siguieron, y de pronto la historia con el Sr. Ministro estaba en todo lado.

Se hablaba de un "atentado" contra Toni el Suizo, editoriales, cadenas en internet y el público comenzaban a hacer presión, el Sr. Presidente de la República anunció que la tubería será entregada sin condiciones, el Sr. Ministro de Energía en rueda de prensa afirmó que ninguna tubería será entregada.... y en alguna parte sobre las carreteras polvorientas de Camboya encuentro mi e-mail lleno de mensajes de apoyo y pedidos de entrevistas.

No veo en absoluto que se me haya hecho alguna injusticia o que se me haya agraviado, como algunos están sugiriendo. A mí nadie me debe algo, más bien al revés. Y es que Walter y yo solamente queríamos ayudar a la gente, y para ello necesitamos unos tubos viejos. Pero no por eso voy a traicionar mis principios. Porque cuando perdemos nuestros principios comenzamos a ir a la deriva en los vientos de la vida, como barco de timón roto. Yo necesito mi timón, porque el viaje aún puede ser largo.

Si el Sr. Ministro realmente no quiere darnos tubería usada, debe de tener sus razones y lo puedo aceptar. Y si, como lo dice, habrá otros que construyen los puentes para las comunidades necesitadas, qué maravilloso. En todo caso, nosotros no podemos seguir comprando por mucho tiempo más tubería costosa en un país productor de petróleo que tiene cantidades de tubería usada. Soy de la opinión que malgastar es como quitarles a los que no tienen. Debo usar el dinero que se me ha encargado para lugares más necesitados como Camboya o el Congo que no tienen semejante suerte de material petrolero.

Hacerlo por amor...
Pero si el Gobierno decidiera darnos tubería para que Walter pudiese seguir construyendo en Ecuador, entonces hagámoslo por amor y no a cambio de letreros y inauguraciones, que además ahora ya nadie los creería. Los puentes saben hablar mucho mejor por si mismos, en su particular lenguaje del servicio: el servicio para todos, pequeño o grande.

No hay tal "extraño caso de la desaparición de Toni el Suizo": Aquellos que me conocen están acostumbrados a que aparezco y desaparezco sin aviso. Después del hospital he vuelto a ser puentero itinerante, hombre sin lugar ni dirección ni horario. Sopul y Sopoan son ahora los dos puenteros visibles en Camboya, Walter en Ecuador, y ojalá pronto Mwanga en el Congo. Yo no más estoy de pasada, continuamente en camino, para llevar esta historia de esperanza al siguiente lugar.

No tengo pena declararle mi amor a un país y a su pueblo, el Ecuador. Pero mi amor por el mundo y su gente es más grande, y es allí donde debo andar. Algún día volveré al Ecuador, mientras tanto lo llevaré en mi corazón. Y si fuera el caso, desde la distancia ayudaré a Walter hacer sus puentes en su propia tierra. El ha aprendido bien, y quiere servir. No malgastemos nuestro tiempo precioso, hay tanto que hacer, y la gente está esperando.

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 Toni Ruttimann
 Bridgebuilder