La historia de Beatriz Pinzón se actualiza en ‘No hay nadie como Shahira’, serie de Bollywood.

A solo unos kilómetros de las polvorientas  instalaciones, donde concluyó ayer el Foro Social Mundial, se levanta Film City, el mítico Hollywood de Bombay, sitio en el que se filma el remake de la telenovela colombiana Yo soy Betty, la fea.

Los estudios de Bollywood, término nacido de la  contracción de Bombay y Hollywood, está ubicado en unas 200 hectáreas de verdor y con un lago rodeado de colinas que ilumina el paisaje. Con 200 filmes al año, Bollywood es el corazón  de la industria cinematográfica india, que produce unas 900 películas anuales, más que su rival californiano. Aquí, incluso más que en Hollywood, las estrellas son idolatradas por el público.

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En un estudio al aire libre en Film City, una de ellas, Mona Singh, esconde su bello rostro detrás de unas inmensas gafas. Es la intérprete de There is nobody like Shahira (No hay nadie como Shahira), una teleserie que se ha convertido en la tercera más popular en este  país de 1.000 millones de habitantes.

“Shahira trabaja en una oficina, es modesta y bondadosa, pero muy  eficiente, y todo el mundo viene a contarle sus problemas, que ella ayuda a  resolver. Está enamorada de su jefe, quien ni siquiera la mira, porque es fea”, cuenta uno de sus fans, familiarizado con la teleserie. Al evocar ante Shahira la similitud de esa historia con la de la telenovela colombiana, que obtuvo récords de audiencia en toda América Latina y se convirtió en la preferida de la comunidad hispana en Estados Unidos, Mona Sing responde, en español: “Yo soy Betty, la fea”.

“Esa teleserie tuvo tal éxito en Latinoamérica que se decidió copiarla”, dice la artista. El desenlace de la telenovela -con Betty despojándose de sus gafas y volviéndose bella, lo que hace que el jefe caiga rendido en sus brazos- no es aún conocido en India, donde solo se han filmado 80 de los 300 episodios previstos, cuenta la estrella.

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Singh explica que, según los términos de su contrato con Sony, que produce la teleserie, no puede dar entrevistas, ni contar cómo acaba el filme, ni cambiar de aspecto, hasta el momento que eso ocurra en la telenovela.

Otras producciones
Más allá, en un templo hindú, una pareja canta, baila y se abraza, rodeada de los reflectores de las cámaras. Y en un camino polvoriento, cerca de una de las salidas de Film City, uno de los actores favoritos indios, Sharuk Kahn, quien cobra 1’500.000 dólares por película, camina bajo un inmenso parasol azul, entre dos tomas.

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Film City también tiene una cárcel, una aldea y una estación de policía. Aunque puede contar con un inmenso mercado interno que le garantiza amortizar los costos, el cine indio sufrió en los últimos años de la competencia que le hacen los canales de televisión por cable. Quizá por eso -además de inspirarse para algunas de sus producciones en  películas latinas-, también volcó su mirada a la región, donde prevé exportar sus películas.

Próximamente, en 22 países latinos se estrenará la cinta que fue el mayor éxito del cine indio en el 2002, Kaho Naa..Pyar Hai, reportó el diario The Times of India.