Un programa que entrega a gente pobre del estado de Río de Janeiro medicinas en el propio domicilio será extendido para abarcar píldoras anticonceptivas y condones, informó este lunes un alto funcionario del gobierno estatal.

Para fines de este mes, el programa Medicina en Casa que beneficia a millares de gente de pocos recursos que padece de diabetes e hipertensión permitirá a adolescentes recibir píldoras anticonceptivas y preservativos sin el consentimiento expreso de sus padres.

En dos semanas mas incluirá enfermedades como insuficiencia cardiaca, cáncer y epilepsia, dijo en una declaración telefónica Ronaldo Cezar Coelho, secretario de Salud del estado.

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El programa tiene registradas a 23.000 mujeres, incluso adolescentes, que estarán habilitadas para recibir los anticonceptivos en casa.

El Estatuto del Niño y del Adolescente aprobado por el congreso garantiza a los adolescentes el derecho a la privacidad de que gozan los adultos.

La iniciativa puede atizar controversias en este país, donde mas del 70 por ciento de la población pertenece a la Iglesia Católica, que se opone drásticamente a los métodos artificiales de planificación familiar y control de la natalidad.

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“Me doy cuenta de los aspectos controvertidos de esta decisión. Pero estamos solamente siguiendo el dictado de la constitución. Debemos proteger la salud de nuestra gente“.  Básicamente, estamos tratando de democratizar los derechos femeninos, poniendo a la disposición de las mujeres pobres lo que otras de mayores recursos tienen“, dijo Coelho.

El año pasado, la actitud tradicional de la iglesia contraria a los preservativos levantó polémicas en Brasil cuando la British Broadcasting Corporation (BBC) difundió un programa en el un cardenal decía que el uso de condones era ineficaz para prevenir el contagio del sida.

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El anuncio de Coelho ocurrió en momentos en que las autoridades eclesiásticas en Brasil procuran explicar mejor la posición eclesiástica contra los preservativos.

Una   carta a las Familias de Brasil escrita por un obispo de Río de Janeiro advierte que un programa de distribución masiva de condones tiene la capacidad de desencadenar   un proceso de perversión entre jóvenes, paradójicamente con la protección de la ley .