El conflicto armado interno del vecino país motivó la llegada de al menos cinco mil personas.

En un puesto de venta de CD piratas, instalado en la acera de la concurrida avenida, retumban los acordes de un vallenato. El eco se expande hasta el almacén Medellín que promociona ropa colombiana, “a precios bajos”. Uno de los expendedores afirma, con hablar cantado: “Venga, venga, pase su mercé. Acá está lo bueno”.

El mismo acento emite la mujer de piel blanca que da la bienvenida al restaurante y panadería Colombia. El menú del almuerzo es sancocho de gallina, arroz con frijoles y sobrebarriga (carne que sale de la panza de la vaca), que se complementa con limonada endulzada con panela. La dama ofrece además ajiaco (sopa con pechuga de pollo desmenuzada), bandeja paisa, cerveza Poker y soda Postobón.

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En el mismo sector están los almacenes de ropa Los Paisas y la cambiaria Faraón, donde se anuncia la compra de pesos. Estos establecimientos, más el calor sofocante, le hacen a uno sentir como si estuviera en alguna ciudad colombiana. Incluso algunos carros circulan con matrícula de ese país. El escenario es la avenida Quito, la principal de Nueva Loja, donde están el restaurante Guacamayo, almacén Carlitos y otros locales de ecuatorianos. Esta avenida es el prototipo de lo que ahora es esta ciudad de  30 mil habitantes, fundada por migrantes, en su mayoría de la provincia sureña de Loja, y que creció al ritmo de la actividad petrolera. Hoy hay lojanos, el petróleo sigue marcando su movimiento económico pero tiene entre sus habitantes a más de cinco mil colombianos, según cálculos de gremios locales.

El desplazamiento por el conflicto interno que azota al vecino país, la facilidad de acceso y la dolarización de la economía ecuatoriana hicieron que los colombianos vengan a poblar Nueva Loja y toda Sucumbíos, al igual que a otras provincias. Datos del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) dan cuenta de que en el año 2003, dos mil colombianos solicitaron refugio en su oficina de Nueva Loja. El alcalde, Máximo Abad, explica que no hay cifras concretas de comercios instalados por colombianos ni de la población de esa nacionalidad, pero menciona que la tasa “es bastante alta”.

Esa presencia trajo problemas. En el 2002, la Policía reportó más de 200 muertes violentas, que dirigentes de la transportación y otros gremios señalaron era por la presencia colombiana. No obstante, esa comunidad se ha ido posesionando. Junto a personas que abandonaron todo y llegaron en busca de paz, arribaron otros con el afán de invertir, atraídos porque la ganancia en dólares significa muchos pesos de más. “Esta ciudad nos tiene amañados (muy acostumbrados). La gente compra nuestros productos por el precio y su calidad”, dice Darwin Castaño, de almacén Medellín. Jéssica Mejía, quien administra el restaurante Guacamayo que su madre instaló hace 33 años, indica que los establecimientos de colombianos no le quitaron clientes. “Más bien nos perjudicó la dolarización porque los precios subieron y dejaron de venir los vecinos, que llegaban los fines de semana”, manifiesta.

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Édgar Sisa, conductor de una camioneta que aquí se conoce como taxi, se queja por los asaltos y robos, de los que culpa a los colombianos. Pero reconoce que los comerciantes de ese país hicieron que baje el costo de la vida en esta ciudad, que hasta el 2000 era considerada como una de las más caras del Ecuador. Hoy hay restaurantes que ofrecen almuerzos a $ 0,50, almacenes que venden pantalones a $ 7. Nueva Loja es distinta. La fusión ya no solo se ve en los negocios, sino en parejas que se olvidaron de la nacionalidad y dieron paso al amor.

LIMÍTROFES
CERCANÍA

Nueva Loja, capital de la provincia de Sucumbíos, está ubicada a 22 km del puente internacional sobre el río San Miguel, límite natural con Colombia. La vía es asfaltada. Esa cercanía hace que familias enteras de colombianos lleguen para quedarse, hacer compras o visitar a familiares.

IRREGULARES

En ese grupo están también los irregulares, como se los denomina a los integrantes de la guerrilla de las FARC o paramilitares. Todos ingresan sin inconvenientes con solo presentar la cédula. Otros acceden por los pasos ilegales.

TRES MESES

Un colombiano puede permanecer legalmente hasta tres meses en Ecuador, según las leyes migratorias.